Desde pequeños, muchos de nosotros veíamos en películas y series de televisión estadounidenses a un grupo de niños o adultos reunidos junto a una fogata, cantando, tocando guitarra o contando historias de terror. Es gracias a todas estas producciones que muchos, como mi hermana, comienzan a recrear esta experiencia. En su caso, se le ocurrió acabar con las sábanas de la casa, tendiéndolas sobre las sillas del comedor y pisándola con zapatos, para simular una casa de campaña.
En el país, aún no hay una cultura de acampar, ahora es que comenzamos a darle mayor apertura al turismo de montaña, de aventura, cultural y al ecológico. Hasta hace poco, hacer turismo se limitaba a internarnos en un resort y decir que habíamos ido a Puerto Plata, Samaná y Bávaro, aún nunca se saliera a caminar sus calles o comunidades. Lo más aventurero a lo que se podía aspirar era conocer en una excursión la Saona, Cayo Levantado, Bahía de Las Águilas, Los Haitises o el Pico Duarte.
Sin embargo, con los años, el interés del viajero ha cambiado tanto como lo ha hecho el medioambiente y en la actualidad, la naturaleza ofrece muchas más atracciones que las que se encuentran encerradas en las paredes de un tres, cuatro o cinco estrellas. Incluso, los mismos hoteles han incluido dentro de sus ofertas, excursiones fuera de sus recintos, que aunque no lo crea, también son demandadas por el público nacional.
Pero, ¿qué pasa si quieres vivir esa experiencia que de pequeño siempre viste en las películas? ¿Se podrá en el país tener una noche de fogata y luego dormir al aire libre en una casa de campaña? Aunque te parezca extraño, sí puedes hacerte de una bolsa de dormir la próxima vez que vayas de tienda, porque la cultura de acampar, poco a poco, comienza a ganar terreno y la primera vez que la experimentes, te llevará a querer repetirla una y otra vez.
Si te animas a estar en un mano a mano directo con la naturaleza, es decir, sin techo de concreto, barro o zinc, sino de tela, cocinar en fogón con cuatro piedras, bañarte en ríos o arroyos, con una bolsa de dormir como cama y contar graciosas o temibles historias al calor de una fogata, aquí te presentamos varias opciones se ofrecen algunas empresas.
Como todo un nómada
Esta experiencia es obra de Camping Tours, y se basa en un campamento donde cada día la casa de campaña se monta en un lugar diferente. Aquí no tendrás tiempo de aburrirte porque te convertirás en un genuino nómada.
Tienen dos rutas a escoger: “El gran desafío”, que incluye San Pedro de Macorís, Hato Mayor, La Altagracia, La Romana, Santo Domingo, San Cristóbal, Azua, Baní, Barahona, Pedernales. La otra ruta es “Travesía extrema” , que abarca Puerto Plata, María Trinidad Sánchez, Samaná, Hato Mayor, El Seibo, La Altagracia, La Romana, San Pedro de Macorís, Santo Domingo, Monseñor Noel. En esta no solo visitarás saltos, playas y montañas, sino que también harás rafting, rappel y zipline.
Este grupo tiene varias opciones para ir a acampar y que vivas la experiencia a tu manera. Sus excursiones son de dos y tres días, en ellas te enseñan a armar las casas de campaña, encender una fogata y preparar los alimentos al aire libre. Sus paquetes incluyen la compañía de un ecologista, transporte, charla instructiva, senderismo (opcional), casas de campaña (aunque tienes la opción de llevar la tuya), comidas, almuerzo especial de despedida y bebidas no alcohólicas.
Su excursión de dos días tiene como destino la Bahía de Rincón, en Samaná, y que está incluida en el club de las bahías más bellas del mundo. El campamento se levanta en Playa Rincón, una de las 10 más hermosas del mundo según la UNESCO. El costo varía, puesto que se pueden armar grupos desde dos personas hasta de 24, pero oscila entre 8,000 y 3,000 pesos por persona, obviamente mientras menos personas, es más costoso, así que mejor arma tu grupo. A partir de 25 personas hay que contactarlos para los precios.
En el caso de las excursiones de tres días, pueden ser tanto al Parque Nacional Juan B. Pérez Rancier (Valle Nuevo), denominado “la Suiza del Caribe”, como en La Ciénaga de Manabao, en Jarabacoa. En el caso del primero, el recorrido parte desde Constanza, en donde abordas un camión tipo safari para subir a la montaña. El campamento se levanta exactamente en las famosas Pirámides de Valle Nuevo y ahí pasarás las siguientes dos noches. Al bajar, disfrutarás de un baño en el Salto de las Aguas Blancas, la cascada más alta de Las Antillas. Sus precios, según la cantidad de personas, van desde 9,900 hasta 4,200.
En el caso de La Ciénaga de Manabao, dispone de espacios individuales preparados para poder acampar, incluso por si llueve. También hay unas casetas con camarotes, del Ministerio de Medio Ambiente, para aquellos que buscan la comodidad, pero ¿para qué comodidad si lo chulo es “acampar” no “acasetar”. El costo puede oscilar entre 9,000 y 3,500 pesos.