Autoayuda para comunistas

En estos tiempos están muy de moda los libros de autoayuda. La gente está tratando de vivir con mayor plenitud y armonía. Para lograrlo, estos libros aconsejan que aceptemos nuestra naturaleza humana. “Somos lo que somos”, seres humanos con…

En estos tiempos están muy de moda los libros de autoayuda. La gente está tratando de vivir con mayor plenitud y armonía. Para lograrlo, estos libros aconsejan que aceptemos nuestra naturaleza humana. “Somos lo que somos”, seres humanos con imperfecciones.

A partir del momento en que lo hacemos nos sentimos más felices porque dejamos de esperar ese “ideal inalcanzable” para estar satisfechos.

Los perfeccionistas no entran en eso. Entienden que la gente debe ser virtuosa y no resignarse a sus debilidades. Estas personas no sólo sufren muchísimo, sino que imponen absurdas exigencias a los demás.

Un claro ejemplo de este tipo de gente son los comunistas. Por ello dan la impresión de estar permanentemente enojados con la vida.

Los comunistas desafían la naturaleza humana y pretenden domarla: “los hombres no deben ser egoístas. Se les debe imponer un sistema que los obligue a compartir lo que tienen con los demás para que todo el mundo tenga lo mismo”.

Sus ideas están divorciadas de lo factible, y han condenado a millones de personas al sufrimiento.

Parece ser que los que propusieron el capitalismo como sistema tenían el sentido común emocional más desarrollado. Porque ellos sí aceptan al hombre como es.

Mientras la utopía comunista intenta erradicar el instinto egoísta del hombre, los capitalistas fundamentan su sistema en la realidad: el hombre no es altruista por naturaleza. Persigue lo suyo y punto. Negar esto es ver en la gente lo que la gente no es ni le interesa ser.

Como resultado de las absurdas imposiciones comunistas, los países se empobrecieron y se tornaron grises. Porque nadie produce riqueza para dársela a otro.

Sólo basta ver a Cuba, Laos y Vietnam del Norte. Claro que alcanzaron la utopía comunista: todo el mundo igual de pobre, salvo dos o tres en la cúpula. Y el caso de China, que justo por abandonar el comunismo en su manejo económico arrancó a progresar. ¡Y de qué manera!

Esta es una invitación, a los que todavía se dejan seducir por los discursos comunistas, a buscar ayuda urgente. Ahorrarían nefastas consecuencias a sus países. Y serían de paso, más felices y agradables.

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