NUEVA YORK — Estados Unidos deportó a más personas en 2016 que en el año anterior porque más estados y localidades cooperaron con las autoridades federales migratorias y hubo mayor cantidad de arrestos en la frontera, con más detenciones de centroamericanos que de mexicanos.
Aun así, el gobierno anunció el viernes que el aumento de las deportaciones sólo fue de 2%: fueron expulsados 240.255 inmigrantes en comparación con los 235.413 de 2015. La cifra a su vez representa una reducción de 24% respecto de las deportaciones de 2014.
El número total no incluye a mexicanos detenidos en la frontera y rápidamente devueltos a su país por el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza.
“Hemos continuado enfocando nuestros recursos en expulsar a individuos que podrían ser una amenaza para la seguridad pública, específicamente criminales declarados culpables de un delito y los que amenazan a la seguridad nacional”, dijo el dirigente del Departamento de Seguridad Interna Jeh Johnson en un comunicado.
Funcionarios que participaron en una llamada con periodistas el viernes dijeron que el número de personas arrestadas intentando cruzar la frontera ilegalmente aumentó en un 23%, pasando de 337.117 en el año fiscal 2015 a casi 416.000 en 2016. Muchos de los cruces ya no son de mexicanos o adultos que viajan solos sino de familias centroamericanas o menores no acompañados de esa región que huyen de la violencia y pobreza de sus países de origen.
Mientras que la cifra de mexicanos arrestados en la frontera se redujo en 17%, este año el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza detuvo a casi 60.000 menores no acompañados centroamericanos y casi 78.000 familias centroamericanas.
Los funcionarios que hablaron el viernes también dijeron que son cada vez más las jurisdicciones que antes no cooperaban con las autoridades federales a la hora de intercambiar información sobre inmigrantes detenidos y que ahora sí lo hacen.
En 2015, casi 400 condados del país se negaron a cumplir las órdenes de detención migratoria que enviaban agentes federales a prisiones locales para retener a inmigrantes que pasarían después bajo custodia de los servicios de inmigración. En 2016 sólo 279 condados rechazaron esas órdenes, dijeron los funcionarios.
De los deportados, el gobierno anunció que 138.669, un 58%, habían sido declarados culpables de un delito, lo que representa una cifra similar a la del año pasado.
El legado migratorio que deja el presidente Barack Obama ha sido criticado tanto en el bando demócrata como en el republicano.
El mandatario ha deportado a más de dos millones de extranjeros en sus ocho años en la Casa Blanca y fue descrito como “deportador en jefe” por defensores de los derechos de los inmigrantes cuando en 2012 expulsó a una cifra récord de más de 409.000 personas.
Por otro lado, los republicanos y grupos partidarios de frenar la inmigración ilegal han criticado a Obama por imponer programas de alivio migratorio que han calificado de amnistías. Uno de ellos otorga permisos de trabajo temporales a jóvenes que fueron traídos ilegalmente a Estados Unidos por sus familias cuando eran niños.
Una de las principales críticas que ha recibido el mandatario, sin embargo, es no haber logrado una reforma migratoria que abriera una vía a la naturalización de muchos de los 11 millones de inmigrantes que viven ilegalmente en el país. La mayoría republicana en la cámara baja rehusó someter a votación un proyecto bipartidista de reforma migratoria aprobado por el Senado en 2013, que incluía la opción de la naturalización para los inmigrantes sin autorización.
Ahora muchos están a la expectativa de lo que hará el presidente electo Donald Trump, quien habló a favor de deportar a gran parte de los inmigrantes no autorizados durante su campaña electoral pero ha suavizado su tono desde que ganó las elecciones en noviembre.