SanPedro de Macorís. El asilo de ancianos “Residencia Geriátrica Doctor Carc George” opera con limitados recursos y su estructura presenta daños considerables.Su directora explica el drama humano que viven quienes laboran en el hogar y los ancianos que han sido internados allí por sus familiares.
Para una persona de la tercera edad no resulta fácil convivir lejos de sus seres queridos, pero peor es cuando éstos ni siquiera se preocupan por darle seguimiento y ningún tipo de afecto a estos adultos mayores.
En la residencia geriátrica habitan 20 ancianos, entre ellos, tres extranjeros. Juan Silvestre es el que tiene más tiempo en el hogar y con sus 104 años a cuestas, es uno de los más lúcidos. Cuenta que no tuvo hijos y rara vez sus parientes lo visitan. Recuerda que proviene de la comunidad Mata de Palma en la provincia El Seyibo.
En iguales condiciones están Isabel Leal y Antonia Valenzuela, quienes ya se han acostumbrado a depender de otras personas que no son sus parientes. “Toda mi familia está en Chile, mi país de origen, y ya tengo bastante tiempo en San Pedro de Macorís”, apuntó Isabel, quien ya perdió la vista, su hijo de crianza vive en Estados Unidos y la llama a veces.
Además de la soledad y el abandono, se suma la precariedad con que opera el centro. La directora, Sor Helen Taveras, explicó que sólo recibe una subvención de 31 mil pesos al mes por parte del Ministerio de Salud Pública, pero la entidad tiene un gasto fijo de más de 80 mil pesos mensuales.
Tienen a su cargo el pago de 18 de los 32 empleados que laboran a diario y del resto se encarga Salud Pública. Las paredes están agrietadas y en ocasiones han caído pedazos de concreto en el piso, agregó Taveras. Señala que por lo menos reciben ayuda de la congregación Mercedarias Hermanas de la Caridad e instituciones privadas.
Impondrán requisitos para nuevos ingresos
La edificación donde son alojados estos ancianos fue vendida a la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Con parte del dinero recibido se construirá otro hogar más pequeño en la misma provincia, para brindar mejores atenciones a personas de la tercera edad.
Uno de los requisitos para albergar a ancianos será firmar un contrato donde el familiar se compromete a ayudar económicamente y visitar a su pariente cada semana. Los ancianos reciben alimentos, pañales y vestimenta, además de medicamentos de enfermedades complejas como cáncer, diabetes, deficiencia renal, entre otras.
Es el caso de Ramón Berrí, quien está postrado en una cama dependiendo de la solidaridad de 10 enfermeras que le cuidan. “Cuando un anciano se muere, tenemos que encargarnos de darle cristiana sepultura, porque no tenemos informaciones de sus familiares”, apunta Sor Helen. Cinco de estos ancianos están ciegos y otros están en silla de ruedas.