El coordinador de la Pastoral Penitenciaria, fray Arístides Richardson, manifestó este lunes que la cárcel de La Victoria se ha convertido “como en un diazepam de la hipocresía social” para enviar personas a ese centro penitenciario para hacer creer que la delincuencia se está enfrentando.
Entrevistado en el programa “Enfoque Matinal”, negó que el tema de la criminalidad esté controlado en el país como expresan las autoridades y puso como ejemplo los programas de rehabilitación de La Victoria, los cuales llegan a apenas a unas mil 500 personas “con mucho esfuerzo”.
“Los programas de rehabilitación en el penal La Victoria pueden llegar a unas mil 500 personas con mucho esfuerzo, hay una gran población que está en reciclaje del crimen del delito, una población que saldrá nuevamente a las calles. No es una rehabilitación real que se puede llevar en aquel lugar, es imposible”, aseveró el religioso.
Denunció que La Victoria es un recinto que carece de medicamentos; se presta para la corrupción, y donde los internos para poder salir del área restringida “pagan un peaje”.
Manifestó que para una restructuración el penal necesita como mínimo la construcción de cuatro cárceles normales y un centro carcelario hospitalario y que para lograrse, el Estado es quien debe invertir ya que como según dijo, la Procuraduría de la República no tiene la capacidad para resolver el problema del penal ya que se invertiría “muchos millones de pesos.
“Realmente se engaña al pueblo dominicano cuando se quiere hacer creer que la solución es enviar a una gente a La Victoria, lo que estamos haciendo es reciclando el crimen, creando una onda expansiva de violencia, que en primer lugar la privación del delito es el centro de atención”, dijo Richardson. Entiende que si el recluso no es tratado e incorporado a un proceso psicológico para que se “encuentre con su persona, con su delito y con la necesidad de reconciliarse socialmente”, no se va a producir un cambio interior.
Al cuestionársele sobre un posibles diagnóstico sobre las cárceles del país Richardson consideró que el sistema penitenciario tradicional es “altamente violento, corrupto, aberrante y vergonzoso” para la democracia.
De la Reforma Penitenciaria sostuvo que “avanza con signos de humanización, pero que hay que estarla observando permanentemente para evitar que se nos retrotraiga”. Dijo que las reformas que no están “bajo la lupa de la observación” pueden caer en estancamientos o convertirse en copias de modelos extranjeros.
Aunque valoró el nuevo modelo del sistema penitenciario en el país, del cual 17 centros forman parte, manifestó que la mayoría de los penales aún permanecen en el sistema tradicional. Entienden que la República Dominica no se puede “dar el lujo” de tener dos sistemas penitenciarios y que unos de los dos debe ser eliminado.
“El sistema tradicional debe convertirse en el sistema liquidante de toda la estructura, de toda la administración y de la política penitenciaria del país, porque ninguna nación del mundo puede sostener dos sistemas por lo costoso que es”, aseguró.