Altamira.-Lo que hace ocho años comenzó como un pequeño proyecto, ya comienza a crecer y a cambiar la vida de las mujeres que for4maron el Chocolate de la Cuenca de Altamira (Cocal) la comunidad Palmar Grande.
En el 2007 cuando iniciaron con 30 integrantes comunitarias, encontraron el apoyo de la Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos y tres años después el centro Cuesta nacional como parte del programa Orgullo de mi Tierra y su componente Corazón Dominicano.
De 80 mil pesos que vendía mensualmente, con este plan de crecimiento y expansión ahora puede oscilar entre 200 y 300 mil.
Con el paso del tiempo, y el respaldo del CCN, que actualmente contrató a la peruana Imelda Reich Pineda, empiezan a diversificarse en la variedad del chocolate. “Estas ayudas de formación y apoyo nos ha cambiado la vida”, expresa Noemí Crisóstomo, presidenta de El Chocal.
Crisóstomo recuerda que antes apenas contaban con ocho morder y hoy ya tienen 52. En sus inicios ofertaban variedades de chocolate con sabores a café, naranja y leche.
Hoy día con la colaboración de la experta peruana que ha logrado formar a 14 de las mujeres que integran el proyecto, puede ofertar con sabores a naranja, limón, maní, coco, ciruela y tecano, todas frutas adquiridas en esa zona de la cordillera septentrional. También producen vinos con distintas variedades de frutas, cereal que utilizan como componentes trigo, avena y especia, cacao triturado, chocolate refinado y en bola y el gofio.
Imelda Reich se encarga de enseñar en la técnica del relleno y valora la rapidez del aprendizaje.
“Podemos hablar de un antes y un después”, agrega Noemí Crisóstomo. Destaca que actualmente, 26 personas trabajan de forma directa y otras 10 indirectas como vendedores. Natacha Quiterio, gerente senior de mercadeo de Centro Cuesta Nacional, recordó que desde hace ya cinco años, se propusieron como meta recorrer el país, apoyando a personas emprendedoras en distintas comunidades del país.
Con Corazón Dominicano, se identifican como un proyecto social, a través del cual, CCN apoya el desarrollo de proveedores rurales para potencializar el valor de sus productos y que puedan comercializarlo de manera masiva. Quiterio, expresa que con ello buscan contribuir en la reducción de la pobreza e incidir en el crecimiento económico inclusivo, que llegue a la mayoría de la población.