Los medios, en especial los digitales, tienen que hacer un esfuerzo para filtrar los comentarios que colocan debajo de sus noticias, artículos y editoriales, para evitar lo que con una dolorosa mezcla de indignación y rabia leí al pie de las notas sobre el vil asesinato del alcalde de Santo Domingo Este, Juan de los Santos, miembro del Comité Político del PLD, y su guardaespaldas, mientras laboraba en su oficina. Por igual deben cuidarse de no mostrar fotos y videos, como los que se pudieron ver en las transmisiones del hecho en algunos canales de televisión, en una penosa exhibición de morbosidad olvidando el daño que esas escenas de sangre producirán en los hijos del político, todos niños menores de edad, su esposa, familiares y amigos, como también los de la otra víctima, que son muchos.
Gente sin pudor alguno, escudándose cobardemente en un seudónimo, a los minutos de saberse del trágico suceso, se mostraron en toda su mediocridad, vulgar ignorancia y falta absoluta de sensibilidad, vomitando sus bajos instintos, enviando por las redes todas las miserias que llevan dentro, ofendiendo a los muertos y casi complaciéndose del horrible acontecimiento que enluta no solo a dos familias, sino a la nación política, porque una de las víctimas, el alcalde, es un activo del partido en el gobierno.
Es necesario que los medios asuman cuanto antes la indeclinable responsabilidad de fijarse voluntariamente los límites de su responsabilidad. Precisamos de un periodismo que eche a un lado la estridencia, la vulgaridad, el sensacionalismo y el estilo muy popular y lamentablemente exitoso de levantar la voz, como si el país fuera sordo, y romperle así los tímpanos, quién sabe si con la deliberada intención de hacerlo para que la razón no entre por los oídos de su audiencia.
Estamos desde hace tiempo ante la imperiosa necesidad de asumir esa responsabilidad, antes de que se decida hacerlo un gobierno.