¿Anorexia en “prime time”?

Las polémicas relacionadas con el peso están a la orden del día: el aspecto de las modelos,las tallas de las prendas en las tiendas o las dietas milagro son temas habituales en los medios de comunicación y suelen…

Las polémicas relacionadas con el peso están a la orden del día: el aspecto de las modelos,las tallas de las prendas en las tiendas o las dietas milagro son temas habituales en los medios de comunicación y suelen ir de la mano de la controversia.

El último gran escándalo relacionado con esta cuestión ha sido el generado por el programa emitido por la cadena norteamericana NBC titulado The Biggest Loser. La estructura del concurso es sencilla: un grupo de personas con sobrepeso se someten a diversas sesiones de entrenamientos físicos y otras pruebas con el objetivo de perder peso consiguiendo “recuperar su salud y re-escribir su futuro”, según el programa.

Sin embargo, el resultado final poco tuvo que ver con la salud, al menos aparentemente. Cuando Rachel Fredrickson –ganadora de la última edición– apareció en el plató de televisión, hasta a sus propios entrenadores se les congeló el aplauso: la concursante había perdido el 60% de su peso y no solo parecía otra persona, sino que además tenía el aspecto de una mujer con un desorden alimenticio.

Las Redes Sociales se llenaron de comentarios negativos al respecto del aspecto de Fredrickson y hasta la propia concursante reconoció en la revista People que quizás se había“entusiasmado demasiado con el entrenamiento para llegar a la final”, aunque en todo momento negó tener un problema de salud, afirmando que está “muy, muy sana”.

Un dato relevante de los que se pudieron extraer tras la gala final de The Biggest Loserfueron los comentarios que la audiencia vertió en las redes sociales sobre el aspecto de la ganadora. “Demasiado delgada”, “enfermiza y horripilante” o “tan enclenque” fueron algunos de los apelativos más suaves que se pudieron leer sobre Rachel y en algunos de ellos no había demasiados signos de compasión sino que más bien parecían de desprecio.

Si el caso hubiese sido al contrario, es decir, si Rachel hubiese ganado un montón de kilos en lugar de perderlos, hubiera sido impensable que los adjetivos hubiesen tenido tanta agresividad, al menos en los límites de lo políticamente correcto. 

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