El 2013 es un año de ajuste. Eso lo sabíamos. En el 2012 se les fue la mano, los pies y todo el cuerpo. Para mantener la estabilidad se requería apretar el cinturón. La reforma fiscal fue la primera de las medicinas amargas que tuvimos que tomar luego de la resaca, pero el presupuesto nacional fue la segunda.
Prestamos mucha atención a la primera, pero se nos olvida que la segunda dicta la manera de actuar del Estado en términos económicos y financieros.
Este año, para fines de reducir los niveles de déficits acumulados en el 2012, nos comprometimos dentro del presupuesto nacional a reducir los gastos de capital en un 23%. En adición, los gastos corrientes, excluyendo el pago de intereses, aumentarían tan solo un 8%. Esto conlleva a que el aumento de los impuestos (17%), en gran medida fruto de la reforma fiscal, se concentraría en reducir el déficit, lo cual en un lenguaje llano significa pagar los compromisos de deuda ya asumidos. Por tales motivos, los bonos soberanos que recientemente se colocaron no serán una respuesta para dinamizar la economía, sino más bien un insumo para mantenerla estable.
Esta desaceleración era algo que se veía venir. Aquí gravitan tanto la situación externa que viven nuestros principales socios comerciales, como los ya altos niveles de endeudamiento alcanzados. Por lo tanto, a falta de inversión del Estado para inducir el crecimiento, el peso recae más en el sector privado, pero aquí tanto empresarios como consumidores aún están digiriendo la reciente reforma fiscal.
Estos tres elementos: el actual entorno externo, los mayores niveles de endeudamiento alcanzados y la reforma fiscal, no son necesariamente ingredientes para un jarabe de dinamismo.
A falta de un estímulo fiscal, el péndulo tiende a girar hacia la política monetaria, donde el instrumento por excelencia es la tasa de interés. Si bien el deseo es reducirla y con esto motorizar la inversión e incentivar el consumo, los requerimientos de crédito de parte del Estado y el mismo déficit en cuenta corriente, no brindan mucha holgura para que bajen de los niveles actuales. De hecho, las tasas de depósitos de la banca han sido negativas en estos últimos meses luego restarle la inflación.
Por otro lado, se ha ido ajustando de manera controlada la tasa de cambio, lo que tenderá a incentivar a los sectores generadores de divisas.
El 2013 será un año de focalización hacia el mantenimiento de la estabilidad, con el propósito de permitir un crecimiento sostenible en el mediano plazo. Las píldoras amargas que tomamos al final del pasado año, seguirán manteniendo su sabor por un tiempo más. Así son las medicinas.