Israel, por el gran amor que te tengo te llevé de la mano como a un niño, te enseñé a caminar, te di de comer y te ayudé en tus problemas; pero no te diste cuenta de todos estos cuidados. (Oseas 11:3-4)Tal como su pueblo, amado al extremo, somos sostenidos por Dios continuamente; su fidelidad es una constante que rellena nuestra existencia para que podamos tener calidad de vida y logremos sobresalir en medio de ambientes hostiles y circunstancias adversas. Pero como lo extraordinario se hace común con la norma, hacemos de la fidelidad divina una cualidad invisible y rutinaria. La costumbre hace ley, y las leyes mal aplicadas promueven las malas costumbres.
Abre tus ojos, la fidelidad requiere reciprocidad, la nobleza, lealtad, la misericordia, sinceridad y la inteligencia, bondad. Dios no sólo busca bendecirte, Él anhela amarte profundamente, no te conformes con alimentarte de sus dádivas cuando puedes saborear su corazón. Tu tesoro lo encontrarás al buscar su rostro, no su mano!