Revolucionar la cultura americana, la cultura popular del norteamericano, era y es cosa fácil. Los Estados Unidos son en sí una revolución constante, casi una masa informe, como el agua, que coge la forma del recipiente que la contiene.
Y a los Estados Unidos de América el recipiente que lo contiene es la televisión. Toda fama empieza y termina en esa caja mágica. Repetir una imagen miles de veces la hace creíble. El cine es su mejor metáfora. Imágenes rápidas y sucesivas que crean una ilusión. Es la cultura artística forjada en las revistas Photoplay o The Movie Mirror. Todo lo contrario a dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, y no el copiar simplemente su apariencia.
Habría que buscar la fama de Warhol más que en Pollock, en Duchamp o Dalí, por el bulto mediático; aunque le fue de beneficio que los Estados Unidos andaban en búsqueda de un movimiento artístico que le identificara. Ese movimiento se encontró a medias en el expresionismo abstracto de Pollock.
USA, una potencia nueva, reafirmada después de la segunda guerra mundial, debía tener su movimiento artístico, su lustre cultural. París sería historia; Nueva York futuro. Pero más que Pollock, ha sido Warhol y Lichtenstein los abanderados de la cultura popular de la américa del norte, la anglosajona. Luego vendrían los subproductos como Lady Gaga o Michael Jackson.
En el caso de Andy Warhol es difícil entender cómo un niño, que creció viendo iconostasios bizantinos, con figuras y leyendas de culturas más desarrolladas que la americana de Pittsburg, llegara a montarse un esquema mental tan pobre. Su modelo mental, de creación artística, no va más allá del modelo mental de quienes sólo conocen la vida desde y en el Mall o Madison Street. El modelo pop, de estereotipos, de sensaciones inmediatas, que deben ser realizadas de inmediato y terminan de inmediato. El mismo Warhol presentía lo efímero de la fama cuando dijo aquello de que en el futuro todos tendríamos unos 15 minutos de fama.
¿Es Andy Warhol la modernidad americana o su atrofia? ¿Cuál emoción o inquietud intelectual despierta una obra de Warhol? Es obvio que después de él las estanterías de supermercados son vistas de manera distinta, y que la serigrafía dejó de ser arte. También es obvio que ha marcado a estilistas, fotógrafos y performanceros, gentes que copan los medios de comunicación.
Con Andy Warhol a las bellas artes les nació un clon con peluca rubia y gafas de sol, y han pasado de ser un asunto complicado, serio y para conocedores, a un asunto comercial, fashionista y hortera. 15 minutos de fama lo obtiene cualquier tramposo/a; pero de ahí no pasará.