Contaba Borges, Jorge Luis por supuesto, que un día su padre le dijo que se fijara bien en los soldados, en los uniformes, en los cuarteles, en las banderas, en las iglesias, en los sacerdotes, y en las carnicerías, ya que todo eso iba a desaparecer, y algún día él, el pequeño Georgie de entonces, podría contarles a sus hijos que había visto esas cosas. Y Borges se lamentaba de que hasta esa fecha, ya tenía mas de 80 años, desgraciadamente, esa profecía no se había cumplido. No sólo no se ha cumplido, sino que ese pequeño inventario de cosas a desaparecer son ahora más y peores.
En cierta forma creo que el padre de Borges, hombre bondadoso como todo hombre inteligente, según su hijo, lo que pensaba era que las ciudades y nuestras formas de vivirlas eran ya incompatibles, porque hombres, ideologías y sectas las estaban haciendo imposibles.
La humanidad, dividida en nacionalidades, religiones, razas e ideologías se ha complicado tanto con las ciudades que en vez de disfrutarlas lo que ha hecho es malgastarlas, abaratarlas con turistas, y prohibir su disfrute en libertad, como seres pensantes.
La ciudad de Amsterdam, a la que le cantara Jacques Brel en su “Port d’ Amsterdam”, es de unos contrastes hermosos. Contrastes que obligan a repensar el vivir en ciudad. Amsterdam debió desaparecer como las cosas a desaparecer del inventario del padre de Borges, porque en su caso la mar la debió haber inundado hace tiempo, pero no. Allí difícilmente encontrarás a alguien mendigando; las ventanas no tienen rejas de protección, como las jaulas que hemos construido en Santo Domingo y que llamamos casas; las bicicletas son el medio más popular y lógico para transportarse; no hay rejas en las ventanas contra ladrones; pero no se prohíbe fumar marihuana, y la prostitución es permitida y regulada. Con esas dos medidas se quitaron a los delincuentes que trafican con drogas y mujeres, que son los peligrosos y los que corrompen a policías y jueces. Van Gogh y Rembrandt son dos de los símbolos mas presentes en Amsterdam, aparte de las bicicletas. Cada uno tiene su museo. Fantástico el de Van Gogh, más modesto el de Rembrandt, que se ve recompensado en la colección del Rijksmuseum. Hay ciudades que son poseídas por artistas, es el caso de Amsterdam, lo que también podemos apreciar en la posesión por Yoryi Morel de Santiago, y la de Santo Domingo por José Cestero.
Dentro de poco tendré que volver a Santo Domingo y sé que encontraré un basurero y casas enrejadas, como cárceles; pero, parafraseando a Borges, nos une el horror y el espanto, será por eso que la quiero tanto.