P ara los especialistas de la conducta, el amor propio y la autoestima son elementos indispensables para que cualquier persona lleve una vida satisfactoria, y ambos deben comenzar a fomentarse en la familia durante los primeros años de vida de cada ser humano.
Los padres, a través del amor, la aceptación y los cuidados que les proporcionan a sus hijos les demuestran lo importantes que son para ellos y para la sociedad. El amor propio y la autoestima son definidos como la seguridad, el valor, el respeto y la satisfacción que cada individuo llega a sentir por sí mismo y por lo que hace.
Más adelante, cuando dejamos de ser niños, debemos tener bien claro quiénes somos y hacia dónde vamos, pero también debemos estar al tanto de nuestras virtudes y nuestros defectos, de nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Esto significa autoconocimiento.
Es importante interesarnos por conocernos a nosotros mismos; si no tenemos interés en saber quiénes somos en realidad es porque no nos queremos lo suficiente.
Cuando nos interesamos por saber quiénes somos, es porque nos amamos y sentimos la necesidad de saber cuáles son aquellas cosas que debemos cambiar de nuestra forma de ser y de vivir. Al conocernos debemos aceptarnos y tratar de fortalecer esas cosas que nos hacen mejores y tratar de eliminar las que nos restan. Saber a ciencia cierta el valor que poseemos nos hará amarnos, sin llegar al egoísmo.
Una autoestima elevada y positiva nos hacen más seguros, nos convierte en personas que enfrentan con coraje y determinación sus problemas, de manera creativa, independiente y amorosa, sin imitar a nadie.
Eso es tener control de nuestras vidas y es la forma de poder alcanzar nuestras metas y, junto con ellas, todo aquello que deseamos. El amor propio habla por sí solo, nos muestra como personas felices, positivas y seguras, que saben lo que valen, lo que dan y lo que merecen recibir.
En el entorno familiar aprendemos a amar a cada uno de nuestros familiares tal y como son, ofreciéndoles consejos y apoyo, hablando abiertamente de lo que no nos gusta, pero aceptando el punto de vista de cada cual. En el ámbito laboral evitamos que el estrés haga presa de nosotros. Sabemos dar lo mejor y apreciamos aquello que recibimos, por eso sabemos cuándo ya no es lo mismo. l