¿Cuántas veces no hemos escuchado decir que el tiempo lo cura todo? Muchas, ¿verdad? Quizás sea cierto. Para algunos ha de haber sido así y por eso lo dirán. Otros dicen que no es que cura, es que la gente se acostumbra.
Esos, parece que se han acostumbrado a la ausencia o tal vez a la presencia de otra persona, a una situación que no les resulta del todo agradable, pero que el paso del tiempo les ha demostrado que no les queda más remedio que tolerarla, vivir con ella, a pesar de que su voluntad sea ir en otra dirección.
Visto desde muchas ópticas, el tiempo es muchas veces amigo y otras tantas nuestro peor enemigo. Es bueno cuando ayuda con su paso a aliviar un dolor que en su momento parece insoportable y que creemos que nunca sanará.
Ese mismo tiempo, llega a hacernos daño cuando pasa tan rápido y estamos en esa compañía de la que no queremos separarnos más.
Su transcurrir es saludable después de una pérdida irreparable, cuando el paso de los días nos devuelve la sonrisa; pero es el peor villano cuando va despojando de sus fuerzas y su juventud a nuestros seres queridos y poco a poco a nosotros mismos.
El tiempo es un aliado cuando lo aprovechamos para bien, para crecer y construir; cuando cada hora cuenta para lograr las metas, y es nuestro peor enemigo cuando su partida nos sorprende en el punto de inicio, de donde debimos haber emprendido el camino para hacer realidad nuestros sueños.
Algo que es bueno tener en cuenta es que cada uno es dueño de su tiempo, que cada quien debe aprovecharlo de la mejor manera posible, debe verlo como un amigo, el mejor aliado para lograr sus propósitos a la mayor brevedad.
Es verdad que es un enemigo cuando pone fin a los buenos momentos, a los días de paz, cuando al terminar nos obliga a abandonar un lugar donde nos sentimos felices, pero él es así y no cambiará.
Él está ahí, sigue, no se detiene, no hay por qué culparlo de lo que no podemos alcanzar, de nuestros retrasos, de estancarnos en lo que no debemos y con quien no debemos.
Cada quien es responsable del tiempo que estará en esta vida, y mientras piensa qué es lo que quiere hacer…el reloj corre veloz…