Para nadie es un secreto que llevar una dieta balanceada y hacer ejercicios es la base para que las personas puedan tener un organismo saludable y, por ende, una mejor calidad de vida. Pero la costumbre de comer sano y llevar una rutina de actividades físicas también debe aplicarse cuando se padece o ha padecido algún tipo de enfermedad, como por ejemplo, cáncer.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, OMS, el cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo; en 2008 causó 7,6 millones de defunciones (aproximadamente un 13% del total). Siendo los que más muertes causan cada año los cánceres de pulmón, estómago, hígado, colon y mama.
Quienes sobreviven a esta terrible enfermedad deben realizar cambios en sus hábitos, con el fin de evitar recaídas y fortalecer sus defensas. Mejorar la alimentación el primer paso a realizar. Esto queda claro en un estudio realizado por la organización Breastcancer.com., en el que se concluyó que comer de forma saludable puede reducir la incidencia global de esta enfermedad entre un 30% y un 40%. Mientras que alimentarse mal puede provocar la aparición de la temida enfermedad.
Algo con lo que está de acuerdo Taiana Ubiñas, nutrióloga clínica, es que una buena alimentación es muy importante debido a que, tanto la enfermedad como el tratamiento, pueden cambiar la forma en que se come y el tratamiento puede afectar la manera en que el cuerpo del paciente empezará a tolerar ciertos alimentos.
“Es importante que se sepa que la necesidad de nutrientes variará de persona a persona y dependiendo también del cáncer que sea. Por eso, los especialistas en nutrición debemos ayudar al paciente a sentirse mejor, mantener la fuerza y energía para que pueda tolerar los embates del tratamiento, mantener un peso adecuado y con reservas nutritivas”, comenta Ubiñas.
¿Cómo debe ser la alimentación?
Según la especialista, los pacientes de cáncer y quienes hayan superado la enfermedad deben mantener una alimentación equilibrada, donde estén todos los nutrientes en orden de prioridad.
“Me explico. Primero, nunca deben faltar las proteínas, las cuales necesitamos para la reparación de los tejidos y mantener el sistema inmune. Si no se cuenta con un consumo adecuado de ellas el tiempo de recuperación de la enfermedad podría prolongarse. Entre las fuentes proteicas a usar tenemos: claras de huevo, lácteos bajos en grasas (leche, yogures, quesos) mantequilla de maní, nueces, legumbres como lentejas y habichuelas. Al igual que los cortes magros, preferiblemente de carnes blancas”, detalla la nutrióloga.
Luego siguen las grasas, que según Ubiñas también son importantes porque son una fuente importante de energía. Pero, no se refiere a todo tipo de grasas, no. La doctora apunta que se deben incluir en la dieta grasas provenientes de las nueces o de las semillas de girasol.
En cuanto a los carbohidratos, explica que como principal fuente energética del cuerpo, el consumo de carbohidratos ayuda el funcionamiento de los órganos.
Por lo tanto, la fuente de donde los pacientes de cáncer deben adquirirlos es a través del consumo de frutas, verduras y granos, los cuales proporcionan vitaminas y minerales, que aportan la cantidad de fibra adecuada.
“La ingesta de agua nunca debe faltar, es el líquido más noble y vital, pues todas las células del cuerpo necesitan de ella para funcionar, y más cuando una persona padece o padeció de cáncer. Por ejemplo, si el paciente está padeciendo de vómitos y procesos diarreicos por la enfermedad debe mantener un consumo adecuado de agua para no caer en deshidratación, y también puede hacer combinaciones entre zumos de frutas y verduras”, agrega.
Opta por lo natural
Adquirir las vitaminas y minerales de forma natural es lo ideal. Esto se puede lograr por vía de los alimentos, asegura Ubiñas, quien recomienda el consumo de alimentos con un alto contenido en vitaminas y minerales de cinco a siete porciones por día. Sin embargo, algunos pacientes padecen de anorexia o no toleran ciertos alimentos que las contengan, por lo cual se tiene que recurrir a suplementos.
“También son importantes los alimentos ricos en antioxidantes, los cuales ayudan a proteger contra el daño a los tejidos, daño que se asocia a un aumento en el riesgo de cáncer. Los antioxidantes se pegan de los radicales libres y evitan que se ataquen las células normales”, explica.
Alimentos ricos en antioxidantes son aquellos ricos en vitamina C (la guayaba, la naranja, el kiwi, la cereza, la fresa, el mango, la piña, los pimientos y los tomates. Así como también, las familias de las coles como el brócoli y espinacas, entre otros).
Otros alimentos que se deben consumir
Los alimentos con vitamina E (germen de trigo, soya, aceite de oliva y frutos secos); los que contienen vitamina A (zanahoria, espinacas, auyama, cerezas, melón y melocotón); y fotoquímicos, también son antioxidantes. Por tal razón deben estar incluidos en la dieta de quienes han sido diagnosticados por algún tipo de cáncer, asegura Ubiñas.