Cuando el presidente Leonel Fernández sorprendió al país con la designación de una oficina y un funcionario encargado de la construcción de la primera línea del Metro de Santo Domingo, fueron muchos, muchísimos, los pronunciamientos de oposición a tan ambicioso proyecto. El mandatario no hizo caso a los argumentos de que el proyecto era innecesario, identificó los recursos para levantar la obra y arrancó sin detenerse hasta concluirla. En pocas palabras, le puso voluntad política al proyecto y le agregó autoridad, la suficiente como para que se realizara por encima del deseo de todos cuantos se opusieran. El resultado final, todos lo conocemos, no es sólo una, sino dos líneas de metro y se tiene en proyecto la construcción de otras.
El tema viene a cuento porque actualmente tenemos en el presidente Danilo Medina la intención de desarrollar un proyecto de reforma del sector educativo, eliminando el analfabetismo, construyendo nuevas aulas, mejorando la calidad de la enseñanza y extendiendo el horario de clases. Para ello, está destinando el 4% del PIB hacia el Ministerio de Educación. La voluntad política no le falta y los recursos tampoco, pues el dinero se está buscando, incluso sacrificando partidas para otros sectores de vital importancia para el Estado.
Sin embargo, el presidente Medina debe agregarle el componente de autoridad a la voluntad política. No será suficiente con pedirle a los sectores que se integren, con solicitar la colaboración de la sociedad, con desarrollar los planes y esperar que por el hecho de que se trata de una iniciativa positiva todos estarán de acuerdo en colaborar. Por el contrario, existen sectores que por saber que el proyecto educativo es positivo y que puede catapultar la figura del presidente Medina, es posible que se opongan, aunque no lo manifiesten.
Otros sectores puede que se opongan porque el éxito de este proyecto puede perjudicarlos en términos económicos y en otros aspectos.
Por eso, el Presidente tiene que copiar un poco de su antecesor en cuanto a que si eso es lo que él quiere, tendrá que imponerlo, además de desearlo. Es mi consejo.