Si hay algo que tiene sentido en la aventura de soñar es el hecho de que en algún momento deberás llegar a poner los pies sobre suelo firme. Recogerás tus alas flexiblemente y descansarás de la rigidez de la travesía.
Volar exige coordenadas precisas y altitud definida, volar muy bajo es tan riesgoso como no volar; nadie que sueña bien se contenta con un paseo o con hacer piruetas, ¡hay una estrella que alcanzar! Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe, me ha enseñado a pedir, me exige alturas cada vez mayores, el reto de conocer y proclamar que sus promesas son por todo lo alto ¡y Él es el responsable de hacerlas realidad! ¡Soñar es creer que las estrellas fueron hechas para ti! l