Los rivales tendrán que pensarlo dos veces para decidir transferir intencionalmente a Mike Trout para lanzarle a Albert Pujols. Sin embargo, eso es algo que, antes de esta torrencial ofensiva de Pujols, se había visto varias veces. De hecho, Trout, hasta ayer, tenía nueve boletos intencionales, suma que le colocaba en un triple empate en la tercera mayor cantidad de todas las Grandes Ligas.
No busco comparar a ambos peloteros, menos valiéndome de la poderosa ofensiva que ha exhibido el dominicano en los últimos días. Pujols lidera la Liga Americana con 23 cuadrangulares, algo que no debería sorprender a nadie. Si bien lo que ha hecho, dar 15 jonrones y haber empujado 30 vueltas en un período de 24 juegos, nunca lo había logrado, considero que no se puede hablar de “regreso”, “recuperación”, “despertar” o cualquier otra palabra que defina el proceso de un jugador de contribución valiosa, a nula, a valiosa. Es que nos acostumbramos a ver a Albert en un estándar de dioses. Él nos acostumbró a eso en sus primeros diez años en las Grandes Ligas y nos olvidamos de que los años pasan y de que nada en esta vida permanece inalterable. Pujols entra a su cuarta temporada en Anaheim y en dos ocasiones ha finalizado con más de 100 remolcadas y más de 25 jonrones. Cualquier pelotero con esos números es considerado una estrella en el negocio. El problema en Anaheim ha sido su promedio, que nunca ha estado en .300 o más. Si revisan su salario en ese trío de campañas es probable que estén conmigo.