El bullying se da cuando hay un desbalance de poder. Esto se desarrolla mucho en ambientes escolares, pues es uno de los lugares donde los niños están la mayoría del tiempo. Una persona puede abusar de otra por su manera de vestir, de hablar, por su forma de ser, su familia, sus creencias, su manera de actuar, entre otros factores. La persona o el niño víctima de estos abusos termina seriamente afectado, con daños en su autoestima; se siente acorralado, diferente, incomprendido y sin herramientas para salir adelante. Dentro de las consecuencias que se presentan es que muchas veces no hablan pues no tiene la confianza para hacerlo porque siente la amenaza del agresor.
Otros protagonistas, otros escenarios
Cuando hablamos de bullying, pensamos que sólo se da en el colegio y con otros niños. Esta forma de abuso también tiene casos con los empleados del colegio o profesores. También se da en otros ambientes como en una actividad extracurricular, con un vecino o en un lugar de servicios públicos.
Actualmente, en nuestro país, se ven muchos casos en los centros educativos, y éstos, tomando en cuenta la problemática, están implementando programas seccionados por aulas para trabajar esto. Dichos programas incluyen charlas, actividades y terapeutas, así como también la vigilancia de cerca. Padres, profesores y especiacialistas están trabajando en equipo.
Ayuda en ambas direcciones
Se suele pensar que sólo el niño abusado necesita ayuda, pero también hay que prestarle atención al autor de los abusos, pues muchas veces ellos también están siendo víctimas, y contrario a lo que se piensa, no tienen ningún trastorno que produzca esta conducta.
Protección
“Hay que crear un ambiente donde el niño o joven abusado pueda hablar sobre cómo se siente y qué está pasando”, explica la especialista.
Por: Roxana González, Psicóloga clínica infanto-juvenil y especialista en psicomotricidad Fotos: Suzanne Tucker