Durante la última semana de enero pasado, en mi condición de presidenta de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, estuve participando en la Quincuagésima Tercera Reunión de la Mesa Directiva de ese órgano, la cual coincidió con el inicio de la puesta en marcha de la Agenda de las Naciones Unidas 2030.
La referida reunión de las ministras de la Mujer de la región permitió definir con claridad los grandes desafíos que tendremos que afrontar las mujeres en los próximos años, si realmente queremos lograr la plena igualdad de género al 2030.
En ese sentido es importante precisar que la Organización de las Naciones Unidas, al finalizar el año 2015, sometió a consideración de los países un documento denominado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Esta declaración precisa que “aspiramos a un mundo en el que sea universal el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas, el Estado de derecho, la justicia, la igualdad, la no discriminación, un mundo en el que exista igualdad de oportunidades para que pueda realizarse plenamente el potencial humano y para contribuir a una prosperidad compartida; un mundo que invierta en su infancia; un mundo en el que todas las mujeres y niñas gocen de la plena igualdad entre los géneros, y donde se hayan eliminado todos los obstáculos jurídicos, sociales y económicos que impidan su empoderamiento; un mundo justo, equitativo, tolerante, abierto y socialmente inclusivo en el que se atiendan las necesidades de los más vulnerables”. La resolución de la ONU sostiene, además, el rol de los gobiernos y los parlamentos para cumplir estas metas en base a presupuestos justos y equilibrados y garantizando la rendición de cuentas. El gran desafío hacia la igualdad de género es promover y garantizar que en la Agenda 2030 incluya planes, programas y proyectos específicos para lograr la igualdad entre mujeres y hombres y la previsión de la inversión necesaria para su cumplimiento. Es imprescindible que los indicadores de seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible reflejen las desigualdades entre los géneros, a fin de partir de los indicadores definidos, poder formular políticas públicas efectivas para superar la
desigualdad y, sobre todo, la asignación de presupuestos justos en procura de su cumplimiento. Si vinculamos el contenido de la referida Resolución con el discurso pronunciado por el presidente Danilo Medina, el 31 de enero de este año, durante el acto de lanzamiento de su candidatura presidencial para el periodo 2016-2020, tenemos que reconocer que el Proyecto País que presentó nuestro mandatario se corresponde con la Agenda de las Naciones Unidas 2030.
En el contexto anterior, el mandatario planteó que impulsará un programa de gobierno basado en tres ejes: 1- Desarrollo económico con desarrollo social; 2- Innovación con educación formadora y capacitadora y 3- Ética y lucha implacable por la transparencia. Precisó, además, que estos ejes van a acelerar nuestra revolución social pacífica y ordenada. También definió con claridad varias políticas y programas en beneficio de las mujeres.
Hay que decir, sin embargo, que en lo relativo al objetivo No. 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible “Lograr la igualdad de género y empoderar a las mujeres y las niñas”, ya la República Dominicana inició los trabajos para lograrlo. Para ese propósito, 12 instituciones del Estado dominicano han firmado un acuerdo interinstitucional para transversalizar la perspectiva de género en la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END 2030). El objetivo es que todos los planes, programas y proyectos que se ejecutan incluyan la igualdad y equidad de género; porque nuestro Jefe de Estado está bien claro que sin participación igualitaria de las mujeres no hay desarrollo, y sin lo cual no habrá inclusión social y erradicación de la pobreza.