De las muchas declaraciones y análisis que se han publicado sobre la crisis de la deuda y sus repercusiones a escala internacional, uno de los que más nos han impactado es el realizado por Bill Gross, presidente de la gestora de fondos de bonos más grande del planeta. De acuerdo a Gross estamos siendo testigos de la muerte de la abundancia en el mundo. Cross nos dice, con la autoridad y experiencia que tiene, que en las últimas décadas las economías pudieron crecer debido a una enorme abundancia de facilidades crediticias, la cual a su vez se debió a los múltiples instrumentos que se fueron creando en el mundo para expandir el crédito, sin necesidad de aumentar el capital financiero.
Es decir, que un ahorro o capital inicial se pudo multiplicar numerosas veces a través de estos instrumentos financieros, activando así el consumo y la producción a escala mundial. Sin embargo, ahora que las personas, las empresas y los gobiernos están sobre endeudados y no pueden pagar sus deudas, el financiamiento se ha endurecido pues los dueños del dinero no quieren seguir asumiendo riesgos de perder sus capitales como sucedió inicialmente en la crisis hipotecaria norteamericana del 2008 y como está sucediendo más recientemente en las economías europeas.
En la medida en que se agrave la crisis de la zona del euro y consecuentemente los prestamistas no puedan recuperar parte de sus capitales, el dinero se irá refugiando en los valores más seguros, limitando así su efecto multiplicador.
Esta situación se agrava también por las muy bajas tasas de interés que han prevalecido en los mercados financieros internacionales en los últimos años, lo que ha restado incentivo al crédito y está quitando flexibilidad a las políticas monetarias de los bancos centrales. En esta situación los gobiernos de las grandes potencias mundiales han respondido en los últimos años con un aumento de los déficits fiscales para estimular las economías.
Pero estos altos y continuos déficits fiscales a su vez han elevado las deudas públicas a niveles tan altos que se hacen prácticamente impagables, por lo cual difícilmente las naciones industrializadas de occidente puedan seguir recurriendo a esta misma medicina en los próximos años y por el contrario se irán generalizando las medidas de ajuste fiscal que ya han comenzado a frenar aún más las economías desarrolladas.
Hasta el momento, la República Dominicana y otras naciones se han podido mantener prácticamente al margen de este calamitoso estado. Sin embargo, ya comienzan los organismos internacionales a indicarnos que es muy posible que esta situación pueda variar en el futuro cercano. La advertencia ya está hecha, ahora falta que tomemos las medidas necesarias para que los efectos de esta crisis internacional puedan ser minimizados, especialmente para los más necesitados.