Un clima social y político estable es muy fácil interrumpirlo rápido; todo lo contrario a cuando la situación imperante es de inestabilidad. Colombia, Venezuela, México o los países centroamericanos arropados por la delincuencia violenta no encuentran el camino de la estabilidad y tranquilidad de sus sociedades.
En la República Dominicana muchos de los actores que inciden en la política local están creyendo que el lío que dejó amarrado el anterior presidente dominicano se puede resolver con uno que otro “acuerdo de aposento”. Creen que con una reunión entre Danilo Medina y Leonel Fernández en la que se pongan de acuerdo, la situación estará bajo control. Pues me parece que no. Leonel Fernández y su grupo se pasaron de la raya y lo quisieron todo para ellos, y peor aún, quieren seguir en lo mismo.
Los acuerdos políticos en petit comité para situaciones coyunturales de pequeña y mediana envergadura son buenos y fiables para toda la sociedad, no así para los males integrales, esos que arropan todo. El control por parte de un pequeño grupo de todo lo político, económico y judicial, todo a la vez, produce indigestión a las sociedades. La posible salida del escenario público dominicano de monseñor Agripino Núñez, director de orquesta de muchos acuerdos de aposentos, nos pone las cosas aún peor. Muy pocos mediadores están ahora disponibles para casos menores, mucho menos para los de gran calado.
El uso de la violencia física de quienes nunca la habían usado es un signo inequívoco de que se está perdiendo el control. Los “Paleros de Leonel” justificados con “…es que él no podía dejar que le hicieran eso otra vez”. O sea, que le vocearan en público “Ladrón”, es también un síntoma de que hay gente que por desesperación justificaría lo injustificable.
Un acuerdo entre quienes han dejado que las cosas llegaran adonde llegaron durante la administración de Fernández podría ser el germen de un país ingobernable. El poder económico tradicional se dejó embaucar y ahora es que se ha dado cuenta. Las fuerzas políticas se dejaron corromper, cosa fácil en los políticos, y ahora están atados de manos y cerebro.
El cierre forzado de los procesos judiciales contra quienes arrasaron con el Presupuesto Nacional es pólvora seca esperando una fuente de calor. El nepotismo dolarizado, con su punta de lanza en la Cancillería, es afrenta que espera venganza. Los tribunales ad-hoc exacerban los ánimos. Los acuerdos entre tramposos se preparan pensando que no pasará nada porque la corrupción sólo significa un 5% de votos. La cena fue servida y comida, el purgante asoma en la cuchara. Para bien o para mal, habrá que vomitar la corrupción..