El enfrentamiento verbal de la presente campaña electoral contrapone más al exgobernante Hipólito Mejía y al presidente Leonel Fernández que al primero con su adversario, Danilo Medina.Como sucesor, antecesor y aspirante a sustituir otra vez a Fernández en el Poder Ejecutivo, el candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) enfila sus cañones hacia el presente gobierno, al que califica como corrupto y además fatídico para la clase pobre y para sectores productivos como la agropecuaria. Como respuesta, ha tenido que soportar que Fernández, que ha asumido como suya la campaña del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), aproveche desde los escenarios populares hasta los más solemnes para acabar con la gestión 2000-2004, a la que le endilga el símbolo del retroceso y la inestabilidad económica y también la responsabilidad de aumentar la pobreza.
En el medio, Medina, candidato presidencial del PLD, juega la doble estrategia de renegar de “lo que está mal” o “nunca se hizo” en los gobiernos de Fernández y al mismo tiempo presentar como un peligro a Mejía, sin recibir de él atención en iguales proporciones.
Este fin de semana, en un recorrido por el Distrito Nacional, Mejía sugirió que en un segundo mandato suyo los alegados corruptos de la administración de Fernández “tendrán que pagar en los tribunales”. Su advertencia es cónsona con un discurso que mantiene desde su proclamación como candidato el 8 de mayo del año pasado. “Usar para beneficio personal los dineros del pueblo y después decir que no hay recursos para escuelas, medicinas, viviendas, obras comunitarias, sin recibir la debida sanción en la Justicia, es un crimen”, dijo ante decenas de miles de seguidores y las cámaras de televisión. Reclamó, además, respaldo ciudadano, “para que la Justicia actúe sin obstáculos, caiga quien caiga”.
Fernández, que en agosto abandonará el cargo, pero cuyo partido postula a la Vicepresidencia a la primera dama, Margarita Cedeño, no sólo se “tira a la calle” en busca de votos, sino que concentra esfuerzos en comparar sus dos períodos con el de Mejía y ofrecer su propio balance: “progreso contra retroceso”.
Da lo mismo si se examina el discurso de rendición de cuentas del 27 de febrero o la alocución televisada del 26 de julio de 2011. “En 2000-2004, la economía (…) se vio afectada por todos los males imaginables: la inflación más alta de América Latina; la mayor devaluación del peso en la historia nacional; crecimiento económico negativo; déficit fiscal; atrasos en el pago de la deuda externa…”, proclamó el año pasado.
Trata al candidato de forma transversal
Cuando Mejía se refiere a Medina, con quien según las encuestas se debate las preferencias electorales, lo hace para sostener que utiliza recursos del Estado, decir que es “más de lo mismo” o calificarlo como un preso de confianza del Presidente. “Fernández, además de nombrar como director de la orquesta a los ministros, también designó ahora a su esposa como candidata a la Vicepresidencia”, resaltó Mejía, cuando dijo lo de “preso de confianza”.