El abuso sigue en el baloncesto

No sé cuándo vamos a dejar de escuchar y de leer sobre el odioso tema económico que afecta al baloncesto dominicano. Pero no me…

No sé cuándo vamos a dejar de escuchar y de leer sobre el odioso tema económico que afecta al baloncesto dominicano. Pero no me refiero al asunto financiero que yugula a casi todos los torneos del país, ya que este es un tema muy complejo y necesitaríamos  más que esta entrega para tratarlo.

Hablo de ese eterno match entre jugadores y sus equipos. El caso más reciente se dio en el torneo de Santiago cuando Edward Santana, uno de los pilares del club Fernando Plaza Valerio, se negó a entrar a la cancha, porque su equipo le adeuda una quincena de su salario, que, según supe, es muy generoso.  Antes de eso, se conoció el caso, también en Santiago, de Marlon Martínez y el club Pueblo Nuevo, que degeneró en la salida del jugador de este equipo.

Pero este, lamentablemente, no es un problema exclusivo del basket de Santiago, es un asunto que afecta al baloncesto en sentido general.  Sucede en el Distrital, pasa en La Romana, se da en Moca, en La Vega o en cada provincia del país donde existe un torneo superior, por cierto, en casi todas.

Lo penoso del caso es que los jugadores, que siempre se llevan la peor parte en esta pelea,  no terminan de educarse en ese sentido. No se agrupan, no se amparan en la obligatoriedad de un contrato, y peor aún, no son solidarios con ellos mismos.

Es que cuando un jugador es engañado por una determinada franquicia muchas veces se tiene que ver forzado a dejar de trabajar, más siempre hay otros colegas que quieren ocupar esa posición sin reparar en el daño que le hace a su propia clase. Eso sucede una y otra vez. Lamentablemente.

¡Ah, eso sí!, a los clubes a veces se les va la mano y firman o “palabrean” con jugadores por una alta cantidad de dinero, que a final de cuentas no tienen ninguna posiblidad de honrar debido a la debilidad financiera y a la incapacidad que tienen de automercadearse.

Es ahí cuando debe entrar en juego la Federación Dominicana de Baloncesto, que está llamada a vigilar y fiscalizar este tipo de acciones, además de convertirse en una instancia  que brinde protección a los principales actores del “negocio”: los jugadores.

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