Desde fomentar la responsabilidad a mejorar la actividad física son algunas de las ventajas que puede tener para ellos. Repasamos las cinco razones por las que decir por fin “sí” a la llegada de un animal a casa.
1. Desarrollo psicológico y emocional
Incorporar un nuevo miembro en la familia es, según Gabriela Gómez Rocas, Psicóloga del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, una forma de “ayudar a estimular los sentidos de los pequeños de la casa, mejorar el estado de ánimo, sensibilizar con respecto a los demás, desarrollar empatía, fomentar la autoestima e incluso la integración social”.
El que se convertirá en su nuevo amigo traerá consigo beneficios a nivel de desarrollo psicológico y emocional “siempre y cuando los adultos implicados en la crianza y educación del niño le impartan un buen ejemplo y establezcan normas respecto al trato y cuidados de la mascota”, aclara la experta. Obviamente, el beneficio siempre dependerá del tipo de mascota: “Aquellos animales que permiten una interacción más continua y bidireccional con el niño (perros, gatos, conejos, hurones, u otros mamíferos de compañía) pueden ayudarles más con la motivación, actividad física, intercambio afectivo, etc. Aquellos animales con los que el niño no pueda interactuar tanto, por ejemplo, peces, pájaros, tortugas, etc., igualmente son beneficiosos para inculcarles responsabilidad, respeto, compromiso y disciplina.
2. Responsabilidad y disciplina
Involucrar a los niños con el cuidado y limpieza de la mascota repercutirá en la disciplina del pequeño. Una mascota puede ser un buen aliado a la hora de que asuma ciertos hábitos y responsabilidades, además de otros valores como el respeto. Según la edad y nivel de desarrollo del niño se le podrá involucrar en mayor o menor medida con los cuidados de la mascota. A partir de los tres o cuatro años, Gabriela Gómez Rocas recomienda encargar a los pequeños de tareas como ayudar a poner en orden los objetos pertenecientes al animal, supervisar si tiene cantidad suficiente de alimento y agua, si se trata de un perro, gato, conejo, etc., o ayudar a ponerles la comida si si se trata de unos peces, por ejemplo; pasearle o, los más pequeños, acompañar a los padres en ese momento y moldear así ese hábito, para que cuando tenga la edad de hacerlo por sí mismo ya tenga la conducta establecida. A partir de los seis años los niños ya pueden asumir responsabilidades mayores, siempre claro bajo supervisión del adulto: ayudar en la limpieza de las cosas del animal, como comederos y bebederos, jaulas, etc.; en la higiene del animal o a limpiar lo que ensucie, darle de comer…
“A medida que el niño crezca y adquiera más autonomía, también debería ir asumiendo por sí solo los cuidados generales de la mascota, sin tanta supervisión. Incluso ayudar a estar pendiente de las visitas veterinarias. De alguna manera, los padres deben inculcar al niño que así como ellos tienen que velar por los cuidados de él, él debe cuidar de su mascota con la misma responsabilidad”, explica Gómez Rocas.
3. Unión e implicación familiar
Los primeros que tienen que tener conciencia del compromiso y responsabilidad que se debe asumir con el animal doméstico son los adultos, ya que con su ejemplo modelarán las conductas del niño. “Será beneficioso a nivel familiar siempre y cuando todos los involucrados estén de acuerdo con tener una mascota y cada uno asuma una responsabilidad para ejercer con respecto al cuidado de la misma. En el caso que todos los miembros de la familia quieran al animal doméstico y todos colaboren, puede ser un punto más de unión y compromiso familiar”, explica la psicóloga.
4. Terapia contra el estrés
Hoy en día han proliferado las terapias asistidas con animales, tanto para niños como para adultos, y éstas están apoyadas por investigación científica. Gómez Rocas explica que “en el caso de niños con ciertas enfermedades o patologías psicológicas, se ha encontrado que las terapias con animales son muy beneficiosas para ayudarles a desarrollar la interacción afectiva con otros, mejorar estados emocionales negativos y desarrollar algunas habilidades sociales. En el caso particular del estrés, quizás el tener una animal de compañía con el cual el niño pueda interactuar, jugar, dar y recibir afecto, puede tener efectos positivos en su bienestar psicológico y reducir los síntomas de estrés”.
5. Fomentar la actividad física
Motivar a los pequeños a que el deporte se convierta en un hábito en sus vidas es fundamental, y si el animal es adecuado para tal fin puede convertirse en un buen aliado. Gabriela Gómez Rocas apunta las siguientes ideas para fomentar el deporte a través de su mascota:
-Si la mascota es un perro, habituar al niño a salir a andar en su compañía al menos 30 minutos al día. Ir a correr o juegar con frisbies, pelotas, etc. pueden motivar al pequeño a moverse.
-La equitación es otra práctica deportiva que puede ayudar a realizar ejercicio físico, porque también requiere de un entrenamiento físico funcional para poder hacer bien este deporte