Ya que se modificará la Constitución para permitir la reelección ¿alguien duda eso?, deberían justificarla con algo. Ha habido un intento estúpido de promover la modificación constitucional con la creación de 2 nuevas provincias; una locura. Pero podrían mantenerse en ese predicamento y justificar la modificación promoviendo la desaparición del Senado de la República, y eso sí que sería un caramelo interesante. Salir del barrilote del Senado y de todas las tramposerías que se cuecen en ese antro; que siempre ha sido utilizado por grupos de intereses para “cabildear” más que para legislar.
Un sistema bicameral, que sí se justificaría en un Estado federalista como USA, donde hay una subdivisión del poder en base a la territorialidad, no encuentra razón de ser en un Estado pequeño y centralizado como el nuestro, en el que la representatividad de los poderes políticos deberían estar sólo en: El ejecutivo, ejecutivo en el sentido de que es quien ejecuta funciones administrativas de Estado por mandatos de la Constitución y la Ley presupuestaria; el legislativo por los diputados y el judicial por los elegidos por representación. Los gobernadores no son más que botellas que representan al Presidente de la República, una especie de veedores sin ojos.
La heterogeneidad de nuestro cuerpo social está definida, sin necesidad de un cuerpo legislativo adicional como el Senado. De ahí que un Senador por provincia no es más que duplicidad de cargos, que no de funciones, ya que los diputados representan perfectamente a los electores para la función de crear leyes. Nuestro país no tiene conflictos multiétnicos, ni regionales para estructuras políticas como la del Senado o la de Gobernadores estatales.
Otro caso hubiera sido si mantuviéramos una división territorial para toda la isla, como la tenían los aborígenes con sus cacicazgos, y no pasarían de 5 caciques, en lugar de 32 caciquitos para tres cuartas partes de isla.
Juan Pablo Duarte previó una deriva hacia la abolición de la Cámara de Senadores. En su breve proyecto de Constitución propuso un cuarto Poder, el Municipal; pero las circunstancias marcaron otra cosa. Montesquieu y sus 3 Poderes era la quintaesencia de la modernidad política de su época. El Poder municipal sí debería ser más valorado, ahí reside el pueblo en directo, en su día a día.
En el contrapeso de Poderes, la representación del pueblo está más que presente en la Cámara de Diputados, y no hay que olvidar que los poderes Ejecutivo y Municipal son también una representación del pueblo, que también los elige. Quizás el menos democrático de los Poderes del Estado es el Poder Judicial, que es elegido por representación y no directamente, lo cual es otro trauma. l