Todo parece indicar que la situación de la economía internacional se agravará el próximo año. La crisis de la deuda provocará que las economías de las naciones europeas prácticamente no crecerán y los Estados Unidos apenas crecerá en 1.8%. Por lo tanto, es lógico esperar que nos tendremos que manejar dentro de una difícil situación económica, sobre todo con precios del petróleo por encima de los 100 dólares el barril. Sin embargo, el Gobierno está actuando como si nada estuviese pasando, o apostando a que la situación de la economía mundial no nos afectará.
En primer lugar, el Gobierno ha estimado que sus ingresos internos aumentarán un 19.8% en el 2012, cuando apenas proyectan una inflación del 5.7%.
Esto quiere decir, que en los primeros meses del año, el Gobierno podrá aumentar sus gastos en la misma proporción, a sabiendas de que en el segundo semestre tendrá que hacer los ajustes necesarios para poder terminar con un déficit manejable.
En segundo lugar, ya hemos visto la promesa partidista que hizo el Presidente de aumentar cuantiosamente los gastos públicos en los próximos meses para reactivar la economía y así beneficiar al candidato oficial.
De la misma manera, las autoridades monetarias han decidido reducir el encaje legal para liberar unos 7,500 millones de pesos a fin de aumentar la demanda interna, a pesar de que se proyecta que el déficit en la cuenta corriente cerrará este año cercano a los 5,000 millones de dólares, cifra excesiva bajo cualquier parámetro que se mida.
Por otra parte, se ha decidido posponer ajustes necesarios en la tarifa eléctrica para evitar el costo político, aún cuando se sabe que los 260 millones de dólares previstos para el subsidio energético en el presupuesto de la nación, no serán suficientes para cubrir el déficit de la CDEEE.
Por todas estas razones, se puede anticipar que el año 2012 será una réplica ampliada de lo que sucedió en el 2008, cuando luego de concluir el período electoral, el Gobierno tuvo que dar un frenazo al gasto público para poder reducir el déficit fiscal a una cantidad manejable y el Banco Central tuvo que aumentar significativamente las tasas de interés para frenar la demanda interna.
Asimismo, el Gobierno se vio en la necesidad negociar un nuevo acuerdo con el FMI, el cual afortunadamente le permitió obtener los recursos externos necesarios para poder mantener la estabilidad macroeconómica, lo que no es repetitivo. Por eso, el 2012 se iniciará desde un punto de vista económico, en el mes de junio o julio, es decir, luego de las elecciones.
A partir de esa fecha será cuando tendremos que adoptar las medidas económicas que se correspondan con la situación internacional, con el agravante de que las mismas tendrán que ser aún más estrictas. l