Cuando recorres el mundo través de las páginas de un periódico, te das cuenta de que el mismo está atravesando por momentos muy difíciles, en virtud de los problemas que gravitan en los diferentes países y continentes. A veces, me detengo a pensar hacia dónde iría si tuviera que emigrar, y no encuentro un lugar donde detenerme. Guerras, terrorismo, atentados, eventos naturales frecuentes, terremotos, volcanes… y aquellos con economías estables, avances tecnológicos, seguridad social o lo que es lo mismo sin ningún tipo de problemas, porque “todo está resuelto”, mantienen altos niveles de suicidios por vacío existencial y soledad en el ser humano. Estos últimos, a pesar de tener todo lo mencionado, la parte más importante, que son las personas, carece de interacción entre ellas, relaciones interpersonales afectivas, calor humano y por qué no mencionar la falta de Fe en Dios, y más que esto, lo lejano que lo ven, porque “ni lo necesitan”, “ni aceptan”, negando con esto su existencia. En este momento, todos los medios muestran la gran problemática social por la que está atravesando la República Dominicana, que son: delitos callejeros, asaltos a cualquier hora y lugar, sin importar clase social, con un nivel de violencia tal que pareciere que la misma es su disfrute. Todo esto genera en nuestra población temor colectivo, angustia, impotencia, la cual no deja que la cotidianidad que siempre hemos tenido, la libertad, la interacción de los unos con los otros, se mantengan. Todos temen de todos, ya que tú no sabes quién es quién. Este tipo de situación, trae una especie de miedo en masa, generador de angustia y ansiedad, las cuales son detonantes de grandes trastornos psicológicos y físicos, razón por la cual es tiempo de parar. Esto no es asunto de responsabilizar a las autoridades, de culpabilizar las entidades que tienen que ver con la seguridad, sino de unirnos sin importar religiones distintas, color de piel, partidos políticos y clases sociales , y enfocarnos en cuidar esta gran nación, isla hermosa de clima perfecto, pero, sobre todo, seres humanos especiales, solidarios, con alegría que contagia e impacta a todo extranjero que nos visita y, más que todo, un pueblo con mucha Fe en Dios. No más dedo acusador, sentémonos a la mesa y, en conjunto, encontraremos soluciones.
Es el tiempo
Cuando recorres el mundo través de las páginas de un periódico, te das cuenta de que el mismo está atravesando por momentos muy difíciles, en virtud de los problemas que gravitan en los diferentes países y continentes. A veces, me detengo a…