Conocido en su región como hombre de negocios, tenía una pasión por los gallos. Su tiempo libre lo usaba para su única diversión, la cual era parte de su vida, teniendo su propia traba, donde día tras día acudía a supervisar el desarrollo de los mismos. Un día, en una actividad, un señor con trastorno mental le dio una bofetada. Era común en personas de cierto nivel portar armas de fuego de forma legal, y todos ellos en ese momento traían una consigo. Dicho señor, al ver lo que se podía provocar exhortó a sus compañeros a no dar importancia al hecho, en vista de la condición psicológica del agresor.
Tenemos a Carmen, profesional al servicio de la salud a quien una noche, alrededor de las diez, una vecina de su edifico toca a su puerta y, como es natural, abre y la invita a pasar. Sin respuesta, totalmente airada, le tira al suelo, sobre todos los adornos de la sala y la golpea físicamente. Atónita, su única respuesta fue quedarse paralizada, sin defenderse. Carmen portaba su arma de fuego como muchas personas para defensa personal, ya que vivía por muchos años sólo con sus niños. Llamó a su hermano y le entregó el arma para evitar un problema mayor.
Estos ejemplos muestran en ambos casos la capacidad de autocontrol y equilibrio emocional de cada uno, quienes en ningún momento consideraron el uso de un arma como contraataque hacia la otra persona. El señor del primero, era nada más y nada menos que mi papá.
La violencia desatada en la sociedad es un tema tratado desde esta columna en reiteradas ocasiones, haciendo énfasis en la producida dentro de los hogares la cual se refleja en nuestra cotidianidad. El tema de los accidentes de tránsito, responsables de la gran mayoría de muertes en nuestro país, también es una respuesta de la agresividad colectiva que estamos atravesando.
Esta semana se registró un horrendo homicidio por un roce entre dos vehículos, el cual ha sido de conmoción para todos.
Es urgente enfrentar la problemática de trastornos psicológicos, no tomados en cuenta como tales, especialmente a la hora de autorizar el porte de un arma de fuego, como al igual que una licencia de conducir. La salud mental debe ser esencial para esto.