El sistema democrático es el único que permite el desarrollo de las ideas y el ejercicio pleno de las iniciativas políticas a través de lo que se ha definido como “el ecosistema de partidos y organizaciones políticas”, el cual nunca está exento de serias amenazas que proceden de supuestos demócratas que en realidad no lo son.
Mediante ese ejercicio es la única vía legal de acceder a las posiciones de establecidas en el organigrama estatal. Cualquier otro medio que se emplee es ilegal, ilegítimo, arbitrario, usurpador.
Esta somera introducción tiene el propósito de enfatizar sobre la conveniencia de que todos aquellos que tengan algo que aportar para enriquecer el debate político en la República Dominicana lo hagan desde cualquier instancia partidaria o desde los medios de comunicación. Y no tienen que estar interactuando en el país sino que lo pueden hacer desde fuera de él.
En ese sentido voy a resaltar las ideas y señalamientos que ha venido haciendo desde los Estados Unidos el empresario y político Víctor Abreu, los cuales me han llegado por diferentes vías y canales, y los considero enriquecedores del debate.
El señor Abreu, a quien no tengo el placer de conocer personalmente, sustenta la opinión que expresan muchos dominicanos, con la diferencia de que otros se quedan en las meras lamentaciones y en el “denuncismo” puro y simple, sin arriesgarse a asumir posiciones comprometedoras de cara a procesos riesgosos.
¿Qué persigue un empresario que probablemente tiene sus problemas resueltos mediante la iniciativa privada en un país como Estados Unidos, es decir, una sociedad de oportunidades?
Percibo que quiere incidir con sus ideas—y posiblemente en el futuro desde una plataforma política propia—a mejorar el sistema de partidos que ciertamente necesita algunos ajustes, pero hay muchos que quieren que sean otros quienes les hagan la tarea, pues resulta más cómodo atrincherarse en una supuesta equidistancia partidaria y desde allí disparar en todas las direcciones.
Eso está ocurriendo en la República Dominicana donde los alegados apartidistas se toman la libertad de trazar pautas al espectro partidario completo, bajo el alegato de que “el sistema de partidos hay que cambiarlo”. Por supuesto que no identifican por qué lo cambiarían, sino que se quedan en la superficie que es la plataforma de todos los irresponsables.
De ahí mi opinión de que posiciones como la de Víctor Abreu merecen ser alentadas, si tomamos en cuenta que a la distancia arriesga más que lo que gana. Sus críticas al sistema de partidos ayudan a las organizaciones a procurar siempre la mejoría para beneficio de ellas mismas, y recordar que todas, grandes, medianas a pequeñas, constituyen el soporte de la democracia.