El jueves 18 de mayo, a las 7:45 p.m., acabando de llegar mi hijo menor de su empleo, bajaron de una motocicleta que detuvieron frente a la marquesina de mi casa dos agentes policiales, y exigieron de aquél, parado frente a la ventana de la sala, que les mostrara su cédula personal de identidad, lo que hizo, a pesar de que, menor de edad, no tiene ni que portar cédula ni identificarse. Dieron vuelta ambos agentes por el rededor de la casa encontrando en el patio a varios de los amigos de mis hijos que suelen avenirse para aprovechar las señales Wifi de nuestra comunicación interna para conectar a Internet sus celulares. Amenazaron los agentes a todos los jóvenes con detenerlos por consumo de drogas. De inmediato tres de ellos subieron hasta mi escritorio, asustados y pidiéndome auxilio, mientras los agentes andaban mi patio. Al final de la vuelta dijeron a mi hijo que iban a requisar el inmueble, y éste respondió que solo podrían hacer requisa con orden judicial, y que si no la tenían, se identificaran. En vez, despegaron de sus uniformes sus respectivas identificaciones, montaron su motocicleta y se marcharon, prometiendo retornar. Salí del segundo piso a averiguar lo que pasaba, porque los visitantes subieron para decirme que unos policías se llevaban preso a mi hijo menor. Llegué al frente de la marquesina en el instante de que mi otro hijo retornaba de sus labores de empleo, mientras los agentes montaban su moto y se ausentaban.
La concepción errada de agentes, oficiales, y de la Policía Nacional de tener derecho a ejercer rol de autoridad no previsto en la Constitución ni en las Leyes Adjetivas de la República Dominicana es objetivo pendiente de logro por los Poderes del Estado Dominicano. Del Poder Ejecutivo, porque nada hace para controlar las violaciones a los derechos ciudadanos ni los desmanes de la Policía Nacional; del Poder Legislativo, pues sus miembros bien conocen que las fuerzas policiales en la mayoría de los países están adscritas a autoridades civiles locales o provinciales, y no al Poder Ejecutivo, tampoco a milicias, pero nada hace par a esclarecer los límites de la represión policial, entes armados hasta los dientes como para hacer la guerra, pero no para prevenir delitos y mantener la paz ciudadana. También el Poder Judicial, muy bien acostumbrado a los desmanes policiales que ni siquiera recuerda que la Procuraduría General de la República y su equipo de fiscales son los responsables frente a la sociedad de defenderla, de someter a la justicia a los violadores de la Ley, de dirigir todas la investigación criminológica del país, y de ser repositorio de los archivos derivados de tales investigaciones.
A las 11:30 pm, cuando me disponía a enviar mi escrito a elCaribe, llegaron invasores armados al patio donde estaban todavía los vecinos amigos. Despojaron a uno de ellos de su laptop, y los demás subieron a la terraza para combatirlos, pero ya era tarde. Parece que era solo la fiesta prometida.
¡Que viva la Fiesta!.