La cantidad de trasplantes en nuestro país sigue siendo baja, de acuerdo con las estadísticas del Incort
A partir del 27 de diciembre del 2017, la vida de Leyra Fernández Fortuna cambió. Ese día recibió un trasplante de riñón, tras sufrir durante años de esclerosis tuberosa, una enfermedad renal congénita que la sumió en una depresión severa.
Cuando era niña, le fue difícil aceptar ese padecimiento, porque pensó que toda su vida se acabaría pronto. Tuvo que pasar por diálisis, debido a que sus riñones estaban colapsados, sin embargo mantenía la esperanza.
Tras luchar por varios años, escuchó la mejor de las noticias: “te haremos un trasplante”. “Necesité ese órgano para poder subsistir y vivir una vida sana, como cualquier otra persona normal, pero con ciertos cuidados”, recuerda.
Hoy con 37 años, Fernández asegura que los primeros meses después del trasplante fueron exitosos, “tenía más seguridad en mí, pero sobre todo me sentía agradecida por Dios, por devolverme la vida, por volver a nacer de nuevo”.
Aunque Fernández tuvo la fortuna de encontrar un donante cuando más lo necesitaba, esa no ha sido la misma suerte que le ha tocado a los cientos de personas que mueren año tras año por falta de un órgano vital en nuestro país. Actualmente más de 230 esperan por una segunda oportunidad para vivir a través de una donación.
República Dominicana, donde existe una cultura de donación de órganos rodeada de muchos mitos, está entre los últimos lugares a nivel mundial en el tema de trasplante y donación de órganos vivo y cadavérico, de acuerdo con el Registro Internacional de Órganos y Trasplantes (IroDat).
Según cuenta el director del Instituto Nacional de Coordinación de Trasplantes (Incort), Fernando Morales Billini, en el país todavía gran parte de la población no está lo suficientemente informada sobre la importancia de estos procedimientos.
“A pesar del gran desarrollo de las técnicas quirúrgicas, lo cual hace cada día más seguro el procedimiento del trasplante, y de nuevos procedimientos capaces de evitar en gran medida el rechazo, la escasez de órganos en nuestro país, y en todo el mundo, es la barrera principal para que estos pacientes puedan disponer de un trasplante”, lamenta el Incort.
“La realidad es que por cada persona que se niega a donar sus órganos, mueren aproximadamente cuatro. Debemos entender que podemos dar vida después de nuestra muerte, de manera altruista”, expresa Morales Billini.
En el país solo el Centro Cardio-Neuro Oftalmológico y Transplante y la Plaza de la Salud son los únicos dos centros médicos que realizan trasplantes de órganos, como renales, de médula ósea, de corazón, de córnea, de páncreas, y de hígado.
“En nuestro país todavía no disponemos de la posibilidad de realizar todas las gamas de trasplantes, pero en la medida en que nos vayamos desarrollando y se vaya adquiriendo una cultura de donación, creceremos”, apunta el médico.
De acuerdo con cifras del Incort, en el caso de los trasplantes de riñón, la cantidad de estos procedimientos anualmente se han casi duplicado en 14 años, pasando de 29 (2004) a 54 (2018).
En cuanto a los trasplantes de médula ósea, en 2010 se realizó 1 operación mientras que en el 2017 se llevaron a cabo seis.
Sobre los trasplantes de córneas, que son los más frecuentes, se efectuaron 112 en el 2008 y aproximadamente 400 en el 2017. En tanto que de hígado en el 2008 se realizó 1 y en el 2017 fueron dos.
La mayoría de estos trasplantes han sido realizados de donantes vivos, según las mismas estadísticas, que revelan que a partir del 2008 la donación de órganos de fallecidos incrementó, alcanzando su mayor punto en el 2014.
En el 2018 se hicieron en total unos 63 trasplantes, mientras que de enero a mayo de este año ya se han logrado 27.
El pasado año, se realizaron 54 trasplantes renales, tres de hígado y seis de médula, y los hechos en 2019 corresponden a dos hígados y 25 riñones. Mientras que de córnea hubo un total de 289 en 2018 y 130 en estos primeros meses del 2019.
Los mitos representan uno de los problemas a los que se enfrenta la República Dominicana en esta materia.
“Uno de los más comunes es que la gente cree que si se certifica como donante, si sufre un accidente los médicos no harán todo lo posible por salvarle la vida. También creen que si se les extraen los órganos para trasplantarlo, su cuerpo quedará desfigurado, o que sus órganos pueden ser robados para venderlos”, subraya el médico.
Afirma que “todo eso es totalmente falso”. La primera porque “la función esencial de un médico es salvar vidas”, la segunda debido a que “el cuerpo de una persona fallecida no se desfigura, no genera ningún cambio en el aspecto exterior”, y lo tercero ya que “vender órganos es ilegal, y viola la Ley 329-98”.
“Es entendible que la gente se alarme ante un tema que tiene muchas leyendas falsas, principalmente porque tiene que ver con algo tan delicado como lo es la vida misma”, manifiesta Morales Billini, al tiempo que insta a la población “a acercarse a las entidades correspondientes para conocer sobre el asunto, antes de que les toque estar de un lado o del otro”.
La Ley 329-98 regula la donación en Rep. Dom.
En el 1998 se creó la Ley 329-98, que reglamenta la donación de órganos y tejidos para trasplante. La misma, en el Artículo 6 del Capítulo 2, indica que se prohíbe la remuneración o cualquier tipo de compensación o retribución por la donación o suministro de un órgano o tejido. Asimismo, esta ley es la que crea el Incort, entidad que tiene entre sus principales funciones estudiar y proponer a las autoridades sanitarias normas que regulan la población e implantación de órganos y tejidos provenientes de cadáveres humanos y seres humanos, así como todo método de tratamiento, selección de pacientes que requieran trasplante.