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Valencia (España), 30 ene (EFE).- Una investigación liderada por la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia (este de España) permitió hallar, por primera vez en Europa, la presencia en lémures del Bioparc de Valencia de un parásito potencialmente mortal que también afecta a las personas.
En concreto, tres lémures (dos de frente roja y uno de cola anillada) murieron entre 2020 y 2022 por meningoencefalitis causada por un parásito en forma de gusano que, teniendo a los caracoles, babosas, cangrejos o ranas como hospedadores intermediarios, puede provocar también meningitis en humanos, lo que lo convierte en una amenaza emergente para la salud pública.
El análisis posmortem de los tres lémures fallecidos a través de necropsia y análisis genéticos permitió al equipo, formado por personal investigador de las universidades españolas de Córdoba, CEU UCH, Católica de Valencia, así como del Bioparc de Valencia, identificar al parásito zoonósico Angiostrongy luscantonensis como el agente causal.
El parásito había atacado el sistema nervioso central de los lémures provocando, entre otras lesiones, congestión moderada en las meninges del cerebro y hemorragias en el cerebelo y el tronco encefálico, informa la Universidad de Córdoba en un comunicado.
Además, identificaron larvas de estos “gusanos” en las meninges, el cerebro y la médula espinal, acompañadas en algunos casos de inflamación, hemorragias y necrosis, según las fuentes, que indican que la investigación resalta la importancia de reforzar la vigilancia de las enfermedades zoonósicas.
Aunque la transmisión de este parásito a las personas no se produce por contacto con lémures, sino a través del consumo de hospedadores intermediarios (caracoles, crustáceos, etc.) o verduras poco lavadas, la investigación es crucial para entender las dinámicas de transmisión.
También para evaluar riesgos para humanos y animales y diseñar estrategias de control que mitiguen futuros brotes, ya que este parásito nunca se había detectado antes en primates no humanos en Europa, por lo que su presencia en Valencia plantea interrogantes sobre su propagación.
La detección temprana de este parásito es compleja y el tratamiento de la infección no siempre resulta efectivo, lo que resalta la importancia de desarrollar acciones preventivas.
Según el investigador de la UCO Daniel Bravo, “la detección del parásito es clave porque puede representar un riesgo para la salud humana y animal, por lo que es urgente la necesidad de incluir estos patógenos en los diagnósticos diferenciales y de mejorar los programas de seguimiento para proteger a especies vulnerables”.
Por ello, el equipo investigador liderado por la investigadora de la Universidad CEU UCH María Magdalena Garijo Toledo concluyó su trabajo sosteniendo que en los primates no humanos se deben aplicar medidas de prevención y control similares a las recomendadas para humanos, como evitar el consumo de verduras sin lavar adecuadamente, así como caracoles, ranas, moluscos o crustáceos crudos.
Además, es fundamental implementar un control y monitoreo eficiente de roedores terrestres y caracoles en áreas urbanas y antropizadas para reducir el riesgo de transmisión del parásito.
La investigación se titula “Primer registro de mortalidad asociada a Angiostrongy luscantonensis en primates no humanos en Europa”.