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El chikungunya es una enfermedad infecciosa transmitida a los seres humanos por mosquitos infectados con el virus. Los insectos implicados en la transmisión son el Aedes aegypti y el Aedes albopictus, tal como consigna la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Cabe recordar que estos zancudos también propagan el dengue.
En Argentina, los datos del Boletín Epidemiológico Nacional emitido por el Ministerio de Salud indican que desde la semana 31 de 2023 (fines de julio y principios de agosto) hasta la semana 13 de 2024 (fines de marzo) “se registraron en Argentina 362 casos de fiebre Chikungunya, de los cuales: 236 no tuvieron antecedentes de viaje, 32 fueron importados y 94 se encuentran en investigación”.
“Desde la semana 49 (principios de diciembre) a la semana 52 (fines de diciembre) del año 2023 se verificó un aumento en el número de casos con un promedio de 8 casos semanales y a partir de la SE 1/2024 se registró un nuevo aumento, con un promedio de 25 casos semanales entre la primera y la semana 12”, amplían en el documento.
Con respecto al virus responsable de esta enfermedad, un estudio publicado en la revista Cell Host & Microbe reveló sus mecanismos de acción, resaltando su capacidad para propagarse a través de la sangre y penetrar en múltiples órganos, incluido el sistema nervioso central. Este descubrimiento, realizado por un equipo de investigadores brasileños, estadounidenses y británicos, plantea nuevas perspectivas sobre la enfermedad y la necesidad de actualizar los protocolos de tratamiento y vigilancia, según los autores.
Los hallazgos, fruto de la colaboración entre las universidades estatales e Campinas (Unicamp), Kentucky y São Paulo, así como el Imperial College London y el Laboratorio Central de Salud Pública de Ceará (Lacen), representan un avance significativo en la comprensión de esta enfermedad viral.
El estudio analizó datos de 32 pacientes fallecidos a causa del virus chikungunya, empleando una variedad de técnicas que abarcan desde pruebas de laboratorio hasta análisis histopatológicos y genómicos. Se examinaron muestras de suero sanguíneo, líquido cefalorraquídeo y tejidos de órganos como el cerebro, corazón, hígado, bazo y riñones. Además, se compararon estos resultados con muestras de supervivientes de la infección aguda y donantes de sangre sanos, con el fin de establecer patrones y diferencias significativas en la progresión de la enfermedad.
Uno de los hallazgos más destacados del estudio fue la presencia del virus chikungunya en muestras de líquido cefalorraquídeo, lo que indica su capacidad para atravesar la barrera hematoencefálica, una barrera protectora que normalmente evita la entrada de patógenos al sistema nervioso central.
Este fenómeno intrigante revela la sofisticada capacidad de este virus para eludir las defensas del cuerpo humano y propagarse a áreas críticas, como el cerebro. Los investigadores identificaron dos mecanismos principales mediante los cuales el virus logra esta invasión: la infección de monocitos (una clase de glóbulos blancos) específicos y la alteración de proteínas clave en la estructura de la barrera hematoencefálica.
“Esto demuestra que el chikungunya, además de ser responsable de la artralgia (dolor articular), que provoca fiebre, dolor muscular e hinchazón de las articulaciones, también produce daño neurológico”, explicó William Marciel de Souza, profesor de la Universidad de Kentucky y primer autor del estudio en un comunicado.
Y agregó: “En la sangre observamos un cambio severo en la cascada de la coagulación, con reducción de algunas proteínas clave, así como daño hemodinámico en los órganos, es decir, exceso de líquido. En el sistema inmunológico, los niveles de citoquinas asociadas con la inflamación fueron más altos que los observados en pacientes con chikungunya que sobrevivieron”.
Para de Souza, la insuficiencia cardíaca y las afecciones neurológicas no están tradicionalmente asociadas a la enfermedad, pero en una fracción de la población afectada por este virus, esto puede ocurrir y dejar secuelas o incluso provocar la muerte”.
El estudio enfatiza la importancia de comprender los mecanismos biológicos subyacentes de las enfermedades para desarrollar tratamientos efectivos y estrategias de manejo clínico adecuadas. Estos hallazgos no solo proporcionan información crucial sobre el virus chikungunya, sino que también tienen implicaciones más amplias para la investigación y el tratamiento de otras enfermedades virales que afectan el sistema nervioso central. La identificación de biomarcadores específicos y la comprensión de las vías de propagación del virus podrían allanar el camino para terapias más dirigidas y efectivas en el futuro, según remarcaron.
Si bien este estudio proporciona una comprensión más profunda de la biología del virus chikungunya, aún quedan preguntas por responder y desafíos por superar. Los investigadores, según plantearon, están trabajando en la identificación de posibles dianas terapéuticas y biomarcadores predictivos que podrían mejorar el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Además, se necesitan estudios adicionales para evaluar la eficacia de posibles intervenciones farmacológicas y estrategias de prevención, dijeron.
“Con más de 10 millones de casos registrados en unos 125 países en los últimos 20 años, 2 millones de los cuales sólo en Brasil, donde es endémica desde hace más de una década, la enfermedad causada por el virus chikungunya todavía se considera erróneamente menos mortal que el dengue”, señalaron los autores en el comunicado