Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, para concientizar acerca de los problemas vinculados con la salud del cerebro a nivel global. La salud mental es una de las bases fundamentales para el adecuado desarrollo y el bienestar de las personas.

La pandemia de COVID-19 ha exacerbado la crisis global de salud mental, disparando la aparición de nuevos casos y exacerbando los preexistentes, según los expertos del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). Este fenómeno, considerado la “cuarta ola” del COVID-19, ha llevado a un incremento sin precedentes en la demanda de atención en salud mental.

Los Expertos de INECO aseguran que el fenómeno social y sanitario que implicó la irrupción del coronavirus agravó aquellos casos de enfermedades preexistentes y provocó nuevas afecciones. En consecuencia, hoy se registra una altísima demanda de tratamientos vinculados con la salud mental. Y esto se observa especialmente en tres trastornos: ansiedad, depresión y consumo problemático de sustancias.

Tal como lo han reportado diversos estudios, entre ellos los realizados por Fundación INECO, ha habido un aumento de sintomatología anímica y de ansiedad. Con la pandemia, los temores y las preocupaciones crecieron y, entre otras cuestiones, se registra una pérdida de interés en los aspectos personales.

La doctora Micaela Dines, médica psiquiatra del Departamento de Psiquiatría de INECO, detalló cómo desde la experiencia como psiquiatra en el consultorio, se ha observado “un aumento de casos de cuadros depresivos, ansiosos y de consumo problemático de sustancias que han comenzado en la pandemia, siendo este el factor disparador. Además, muchos pacientes no pudieron llevar adelante sus tratamientos integrales que incluían intervenciones presenciales o en la comunidad, lo cual provocó que los síntomas de sus respectivos cuadros de base se agravarán”.

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“Cabe destacar que el impacto en la salud mental de los trabajadores de la salud también fue notorio. Por lo cual, es clave pensar estrategias de prevención tanto para la comunidad en general como para los trabajadores de la salud para poder estar preparados en caso de tener que enfrentarnos lamentablemente a una situación similar en otro momento”, completó la especialista.

Se estima, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que una de cada cuatro personas sufre algún trastorno mental o del comportamiento en el transcurso de su vida.

Un estudio epidemiológico realizado en Argentina en 2018 por los doctores Juan Carlos Stagnaro y Alfredo Cía, mostró que la prevalencia de trastornos de salud mental en la población mayor de 18 años fue de 29,1%. Vinculado con ello, los trastornos con prevalencia de vida más elevada fueron el trastorno depresivo mayor, el trastorno por abuso de alcohol y la fobia específica. A su vez, los trastornos de ansiedad fueron el grupo de mayor prevalencia, seguidos por los trastornos del estado de ánimo, los trastornos por sustancias, y los trastornos del control de impulsos.

La mente es el mayor capital de las personas y cuidarla resulta esencial, por lo que promover el bienestar físico, emocional y social es necesario para el desarrollo y el crecimiento. no hay salud sin salud mental.

Es importante desestigmatizar las enfermedades del cerebro y fomentar el cuidado de la mente.

Prestar atención a las señales de alarma que puedan indicar la presencia de un trastorno, es crucial. Cuando una emoción o el estado de ánimo tiene un impacto en la vida cotidiana e impide realizar con normalidad sus actividades. En esos casos, es fundamental consultar con un especialista en salud mental que pueda indicar si lo que se está observando es ocasional o si se requiere de un diagnóstico para realizar un posterior tratamiento.

A diferencia de los factores de riesgo, existen los factores protectores que reducen la probabilidad de que ocurra un evento y que pueden ser tanto recursos psicológicos propios de la persona, como también conductas que realiza o recursos asociados al ambiente que la rodea.

Cómo cuidar la salud mental

“Conocer los factores protectores nos permite implementar estrategias de prevención en salud mental. Estas conductas pueden ser incorporadas por los individuos, por ejemplo: aplicando cambios en el estilo de vida, realizando actividad física, llevando adelante una dieta saludable, fomentando los vínculos interpersonales valiosos o también a través del diseño de políticas públicas o intervenciones comunitarias”, mencionó la doctora Dines.

La profesional explicó que si se toma a la depresión como referencia y el ejercicio como ejemplo, la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha han relacionado la actividad física con menor prevalencia de episodios depresivos (hasta 21% menos de probabilidades de presentar la enfermedad), inclusive en aquellas personas que realizan actividades de menos de 45 minutos y no necesariamente de alta intensidad.

“En esta línea, los ejercicios orientados a entrenar la flexibilidad y la resistencia también tendrían un impacto positivo a la hora de prevenir el desarrollo de sintomatología depresiva. Asimismo, las actividades cada vez más populares llamadas mind-body exercise, tales como el yoga, presentan cada vez más evidencia a la hora de funcionar como un factor protector de los síntomas depresivos”, concluyó la médica psiquiatra de INECO.

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