Santiago. El largo calvario que ha tendido que vivir Víctor Rafael Mañón, tras ser abusado y violado sexualmente por el sacerdote Miguel Bienvenido Florenzán Ulloa, no termina con la condena que se le impuso, ya que ahora teme por su seguridad y la de su familia.
Para Mañón, el poder detrás del cura católico perteneciente a la orden de San Agustín, al parecer ha impedido que los tribunales puedan dictar una condena ejemplar, mientras deja a la víctima desprotegida de seguridad.
Narra que aún lleva clavado en su recuerdo aquellos momentos en que era obligado a practicarle sexo oral y a ser penetrado por el cura.
La agresión inció cuando era todavía un niño, pero estalló en el año 2017, cuando Mañón contaba con 19 años de edad cuando se materializó la alegada violación. Actualmente tiene 22 años. El pasado lunes, las juezas que integraron el Segundo Tribunal Colegiado del distrito judicial de La Vega, impusieron a Florenzán Ulloa una condena de diez años, pero por agresión sexual y no por violación.
Sin embargo, rechazó variar la media que tenía impuesta, por lo tanto, por el momento no podrá ser cumplida en el penal el Pinito, como dispone la condena. De acuerdo a Mañón, al ser entrevistado vía telefónica, dijo que se siente decepcionado por los pocos años que dictaron contra el sacerdote católico y por la falta de profesionalismo e irrespeto hacia el ministerio público y su abogado, el profesional del derecho Carlos Salcedo.
“Siento que no sólo manos poderosas están respaldado al sacerdote: está la Iglesia Católica, la orden de San Agustín, el Colegio Agustiniano y grandes empresarios de esta ciudad de La Vega y grandes influencias en la justicia dominicana”, apuntó Mañón.
Consideró que al no varias la medida de coerción y solo dejarle la presentación periódico y garantía económica, el sacerdote Miguel Bienvenido Florenzán Ulloa representa un peligro para la seguridad de él y para la de su familia y un riesgo de volver a cometer otro delito similar al cometido con él.