Santiago. El quedar ciega a una edad muy joven por una enfermedad degenerativa, enfrentar la discriminación por su condición, no ha sido una limitante para que Leitnez Josefina Torres pueda desarrollarse y seguir creciendo como profesional de la educación.

Torres ha tenido que enfrentar trabas, frustraciones y experiencias desagradables, obstáculos que ha podido superar y lograr sus sueños. Recientemente obtuvo el grado de maestría en gestión tecnológica educativa durante la 69 graduación de la Universidad Abierta para Adultos (Uapa).

Leitnez Josefina Torres, una mujer nativa del municipio de Mao en la provincia Valverde ha logrado ya los títulos de licenciaturas Educación Mención Didácticas de las Lenguas Extranjeras en el año 2007 y otra en educación en Lengua Española en el 2016.

Su tesis de maestría está basada en una propuesta de accesibilidad digital para las personas con discapacidad visual en los entornos virtuales de la Universidad Abierta Para Adultos.

Proyectos

Torres tiene una condición de visión tubular que cuando cumplió 17 años de edad empezó a provocarle la ceguera.

“Desde el 2007 he ido teniendo pérdida de visión hasta las condiciones actuales, al punto que dependo totalmente de la tecnología para poder leer”, apunta al ser entrevistada por el Caribe.

La educadora tiene 22 años como maestra y trabaja en el sector público y está casada y con dos hijos de 23 y 16 años de edad. También estudió locución en la escuela Otto Rivera de Santo Domingo.

Su proceso de formación no se detiene y cuenta que tiene planes de hacer una revista digital.

Leitnez Josefina Torres agradece a la Universidad Abierta para Adultos el poder estudiar con su condición de discapacidad.

A partir de los problemas que enfrentó en la universidad, plantea que las personas ciegas tengan acceso a materiales de materiales de la misma igualdad de condiciones que aquellos que pueden ver. Recuerda que es un derecho que está contemplado en la Convención Internacional de los Derechos de Personas con Discapacidad, del cual la República Dominicana firmó.

Sus inicios fueron en la Organización Dominicana de Ciegos, en el año 1995, cuando empezó a ayudar a alfabetizar a personas ciegas. Para esos tiempos trabajaba con el sistema braille y el ábaco. Como no tenía el grado para impartir docencia y buscaban apartarla del sistema, decidió en el 2002 inscribirse en la UAPA.

Juez ciego lleva ya siete años en la judicatura

Otro caso es el del juez Job García Hurtado, que no ha necesitado la vista para impartir justicia. A pesar de tener discapacidad visual, logró con base en la perseverancia ingresar a la judicatura. Su primera designación oficial en el sistema judicial dominicano lo obtiene como juez de paz en el distrito judicial de Montecristi y de ahí dio el paso como magistrado en Santiago donde ocupa la titularidad como juez del Segundo Juzgado de Instrucción.

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