Santiago. Las familias que levantaron viviendas en este lugar viven hacinadas y en constante riesgo de ser afectadas por los deslizamientos de tierra o por las riadas causadas por el desbordamiento del río Gurabo.
En total, el número de casas que requieren reparación o construcción en el Hoyo de Bartola suman 50 y otra cantidad similar de familias con sus casuchas deben ser desalojadas.
Simeona Martínez, presidenta de la junta de vecinos, estima que en menos de cinco años, 25 hogares, casi todos en madera y block, colapsaron. Algunas de las viviendas que siguen en pie, fueron deshabitadas por sus ocupantes ante el temor a morir sepultados por los constantes derrumbes que se registran allí.
Algunos de estos hogares fueron abandonados con parte de sus ajuares. Sin embargo, cien estudiantes continúan tomando docencia en la extensión de la escuela Radhamés Cortinas.
Realidad
“Cuando llueve, los niños deben abandonar la escuela para evitar que ocurra una tragedia”, expresó Simeona Martínez al mostrar la situación de la zona y la situación por la que atraviesan los residentes en esta zona vulnerable. La dirigente comunitaria informó que en los próximos días realizarán un nuevo censo, que permita tener constancia de la cantidad de los reales afectados por los derrumbes. Para desplazarse hasta el otro lado en el sector el Ciruelito, donde mal viven cientos de familias, deben hacerlo desafiando el peligro por escaleras de madera.
Cuando llueve y el río se desborda quedan atrapados y para reencontrarse con sus familias deben hacer un largo recorrido. Una de las preocupaciones entre los que viven en todo el trayecto del Hoyo de Bartola, es el grado de contaminación y hacinamiento. La basura que algunos vecinos lanzan van a parar a las ya pestilentes aguas y se convierten en un verdadero peligro.
En el barrio Los Santos esperan por desalojo
Los vecinos del barrio Los Santos enfrentan igual situación de peligro y permanecen a la espera de un verdadero plan de desalojo y rescate. La Apedi y el Plan Estratégico de Santiago comenzaron a trabajar un proyecto de rescate para familias residentes en la ribera del río Gurabo, pero el proceso es lento, debido a la carencia de los recursos que se requieren.