Santiago. La intervención del hospital Juan XXIII, ante su deterioro, y la terminación del mercado, dejado al abandono, siguen siendo las demandas sin escuchar por parte de las autoridades.
El centro de salud opera con todo tipo de precariedad, con una estructura física que presenta grietas.
Para dar la imagen de un hospital remodelado, hace un tiempo le dieron un “paño con pasta”, pintado por fuera pero por dentro destruido.
La mayoría de baños o no funcionan o tienen las puertas rotas y hasta parte del cableado eléctrico fue dejado suelto, a pesar del peligro que representa.
Las escaleras y los pisos construidos con losas de granito también están destruidos, por lo que se requiere con urgencia su intervención.
“Al menos ya se pusieron de acuerdo y abrieron la emergencia, que se mantuvo cerrada durante un tiempo por la inseguridad, pero sigue siendo un centro con todo tipo de precariedad”, apunta Martina Rodríguez, residente en la zona.
Barrios afectados
Los residentes de barrios como Cristo Rey, Corea, Conani, Amansa Tíguere, Vietnam, Los Quemados, Los Mártires, El Fondo de la Botella, Marilópez y Barrio Obrero deben acudir al hospital, a pesar de la situación por la que atraviesa.
Las condiciones del centro sanitario son tan precarias, que el área de almacén funciona en un tercer nivel, techado con hojas de zinc.
Mientras que el mercado de productores, cuya construcción de una nueva edificación se inició en la gestión del alcalde Gilberto Serulle, se mantiene en un punto muerto y sin ser retomado por las actuales autoridades del Ayuntamiento de Santiago. El espacio, con capacidad para acoger a 120 buhoneros, es un foco de contaminación, debido a que sirve como alojamiento de consumidores de drogas.
Mercado lleva largo tiempo en construcción
La ocupación de un amplio espacio de la vía principal, tomada por dueños de tarantines que esperan por la terminación del local, se constituye en un peligro para los que circulan en vehículos y para peatones. El local cumple precisamente tres años de iniciado y se encuentra en un 75 por ciento en etapa de conclusión, sin que se cumpla la promesa.