Santiago. La tardanza en el entrenamiento del personal ha dificultado poner en funcionamiento la emergencia del hospital regional José María Cabral y Báez.Y es que a pesar de que fue entregado y equipado por las compañías contratistas, la vital área sigue sin recibir a los pacientes que llegan accidentados o heridos por distintas causas. Sin embargo, las autoridades del Sistema de Emergencia y Seguridad 911 contemplaban que la emergencia del centro de salud fuera abierta la pasada semana.
La falta de información obliga a que familias lleven a sus pacientes por la entrada habilitada por la calle Bonó. Las autoridades del hospital dispusieron que las emergencias fueran atendidas e ingresadas por la calle Sabana Larga. El taxista Luis Durán, quien acudió con un paciente para ingresarlo por la entrada de emergencia, se quejó de que a la entrada no fuera colocado un letrero o una persona que le informe de la situación y traslado por otra vía.
La intervención de la vital área ha permitido contar con 25 camas en el área de observación tres y otras seis en traumas y seis más en observación dos. Además cuentan con una remozada sala de nebulización, otra de saturación y una tercera para yeso. Uno de los empleados de la empresa contratista encargada de la reconstrucción de la emergencia, considera vital el entrenamiento adecuado del personal, debido a que cuentan con pisos y paredes asépticas o antibacteriales.
La intervención ha conllevado desde colocación de cámaras de seguridad externas, nuevas puertas, pisos remozados, aire acondicionado y monitores. Además fue colocada una nueva insignia o fachada que permite identificar la emergencia.
Para mejorar el servicio de atención que requiere el 911, también fue mejorada la emergencia del hospital infantil Arturo Grullón. La mayor queja con este centro de salud es la falta de equipamiento, como tomógrafos, lo que ocasionó que el pastor Pablo Ureña protestara con una huelga de hambre y amarrado frente al centro asistencial.