BARCELONA (AP) — El enfrentamiento entre España y Cataluña ante el intento secesionista de la región alcanzó un nuevo pico el jueves cuando el líder independentista catalán descartó la convocatoria a una elección anticipada que, según algunos, hubiera podido aliviar la tensión con el gobierno central español.
Carles Puigdemont dijo en un discurso desde su palacio en Barcelona, anunciado a las apuradas, que había pensado en convocar a la elección, pero optó por no hacerlo porque no recibió garantías suficientes de que el gobierno central suspendería sus medidas “abusivas” de tomar el control de Cataluña.
“En consecuencia, no puedo organizar elecciones parlamentarias”, añadió. “No hay garantía que justifique elecciones”.
Puigdemont dijo que correspondía al parlamento regional existente determinar la respuesta al plan del gobierno español de despojar a Cataluña en gran medida de sus poderes. Poco después del discurso, se reunió el parlamento.
El plan del presidente Mariano Rajoy de invocar la autoridad constitucional para eliminar o reducir la autonomía catalana sería aprobado el viernes por el Senado y conduciría a la primera intervención directa del gobierno central en una de las 17 regiones autónomas del país.
El gobierno derechista había ofrecido detener las medidas extraordinarias si se convocaba a elecciones en Cataluña, pero luego se retractó y dijo que no hay manera de detener la intervención.
El senador Javier Arenas, del Partido Popular, dijo que el llamado a nuevas elecciones regionales no basta para detener al Senado.
Dos funcionarios parlamentarios dijeron a The Associated Press que Puigdemont ofreció a través de mediadores convocar a elecciones si el gobierno central desiste de la intervención, pero el Partido Popular de Rajoy rechazó la oferta.
Los funcionarios hablaron bajo la condición de anonimato porque las discusiones no eran públicas
De todas maneras no estaba claro que una nueva elección resolviera el problema, ya que las encuestas indican que los partidos independentistas volverían a ganar la mayoría.
El problema catalán ha provocado la crisis política más profunda en el país en las cuatro décadas desde el retorno a la democracia después de la dictadura de Francisco Franco.
El gobierno catalán se encuentra en un fuerte enfrentamiento con Madrid desde que convocó a un referendo sobre la independencia. La votación fue abrumadora a favor de la secesión, pero menos de la mitad de los votantes habilitados acudieron a las urnas.
Con todo, Puigdemont ha dicho que el referendo, desautorizado por el Tribunal Constitucional, le dio mandato para declarar la independencia. Hasta el momento ha desistido de proclamar una nueva república, con el argumento de darle al gobierno español la posibilidad de negociar.
La opción de convocar a elecciones era políticamente arriesgada para Puigdemont. Antes de su declaración, un vocero del partido separatista Izquierda Republicana Catalana (ERC por sus siglas en catalán), que integra la coalición de gobierno regional, dijo que renunciaría si el gobierno llamaba a elecciones. El vocero habló bajo la condición de anonimato.
El partido centroderechista de Puigdemont, PDeCAt, y el ERC gobiernan en minoría con el apoyo parlamentario del CUP de extrema izquierda.
El CUP insistió tras el discurso que seguirá impulsando la secesión.
“Agotaremos todos los medios posibles para declarar la independencia”, dijo la vocera Nuria Gibert. “También advertimos que no aceptaremos negociaciones para mantener los sistemas actuales de regiones autónomas”.