Si bien la evaluación debe ser un elemento importante en toda política pública, la educación es uno de los pocos campos en los que este proceso se ha convertido en un elemento imprescindible para su funcionamiento. No cabe duda que los recursos de evaluación de los sistemas escolares constituyen un valioso aporte que permite comprender su funcionamiento, analizar los alcances del proceso y promover una mejor calidad del trabajo pedagógico.
Sin embargo, se ha observado la tendencia de reducir la evaluación educativa a la medición del rendimiento estudiantil de pruebas estandarizadas. Esto ha fomentado la producción de “rankings”, y jerarquizaciones de los sistemas educativos a partir de esos resultados. A este proceso Gentili (2010) lo denomina “trivialización de la evaluación”. Las sociedades tienen derecho a conocer cómo funcionan y cuáles son los resultados de las acciones de sus gobiernos. La evaluación es un recurso esencial que realizada de forma periódica, confiable y transparente, permite que sus resultados contribuyan a diseñar estrategias orientadas a mejorar las acciones del sistema. Un gobierno que no lo haga, evidencia un déficit democrático cuyas consecuencias pueden ser irreversibles.
En este sentido, el recurso de evaluación de los sistemas escolares constituye un valioso aporte para comprender el funcionamiento del sistema educativo. Resulta paradójico que la educación sea una de las políticas que más se somete a escrutinio, en contraste con otros sectores públicos. Sería importante, por ejemplo, evaluar el sistema legislativo y el desempeño parlamentario de nuestros diputados y senadores como elemento esencial del sistema democrático, o las políticas de salud y el servicio en nuestros hospitales y médicos entre otros aspectos del sistema.
La educación es una de las políticas públicas más democrática al ofrecer sus resultados para conocimiento de todos. Prácticamente cualquier ciudadano común tiene más información sobre cómo funcionan las escuelas, pero desconoce de las otras políticas gubernamentales de mayor o de igual importancia que la educación.
Evaluar la educación es un asunto serio y complejo, hacerlo bien constituye un requisito fundamental a la hora de usar esa información para conocer el desempeño del sistema.
Gentili, P. (2010) “Salir de Pisa”, Revista Integra Educativa Vol. VII / Nº 2, pp. 59-69.