BRASILIA— El presidente brasileño Michel Temer sobrevivió el miércoles a una votación crucial en el Congreso sobre si debía ser enjuiciado por cargos de corrupción.
“Voto como más del 90% de los brasileños que ya han condenado al gobierno corrupto de Temer”, dijo la legisladora Luiza Erundina.
Aunque es un triunfo claro para el presidente, Temer se ha debilitado tanto por diversos escándalos que está por verse si puede recabar el apoyo necesario para lograr importantes reformas. Temer, entonces vicepresidente, asumió la presidencia el año pasado después de que la mandataria Dilma Rousseff fue sometida a un juicio político y destituida. Su mandato concluye el 31 de diciembre de 2018.
El gobierno, que muchos creen que carece de legitimidad debido a la manera en que Temer asumió el poder, ha enfrentado tantos escándalos que los índices de aprobación rondan el 3%, de acuerdo a encuestas recientes.
Temer, de 77 años, ha pasado semanas buscando apoyo, repartiendo proyectos locales, cargos y decretos favorables, y sus aliados han pronosticado que recibiría, al menos, el mismo respaldo que en la votación previa para enjuiciarlo.
Durante varias horas el miércoles, muchos de los legisladores de oposición se negaron a ingresar a la cámara con la esperanza de que no se contara con el quórum necesario y demorar la votación hasta la noche, cuando muchos más brasileños están viendo televisión. Muchas estaciones de TV transmitieron la votación en vivo, lo que obligó a los diputados a expresar públicamente su apoyo a un líder impopular cuando se avecinan nuevas elecciones. Los 513 escaños se renovarán en 2018.
Horas antes, Temer fue hospitalizado brevemente debido a una obstrucción urinaria, pero salió sonriendo y dando muestras de aprobación.
Los cargos en su contra se derivan de una enorme investigación de corrupción que comenzó como una pesquisa por lavado de dinero y terminó por desenterrar una red sistemática de sobornos en las cúpulas del poder brasileño. Decenas de políticos y empresarios han sido encarcelados a consecuencia de la indagatoria.
Los fiscales alegan que el gobierno brasileño ha sido administrado durante años como un cártel, en el que los partidos políticos venden favores, votos y designaciones a empresarios poderosos. Afirman que Temer se hizo cargo de la organización cuando asumió el poder el año pasado, después de que su predecesora fuera destituida, y que desde entonces su partido ha recibido alrededor de 190 millones de dólares en sobornos.
Temer refuta las acusaciones y señala que el fiscal actúa por motivos personales. En un discurso ante los legisladores, su abogado Eduardo Carnelos, dijo que la imputación más reciente no contaba con pruebas y era tan confusa que era una “afrenta para el idioma portugués, una afrenta a la lógica”.
Algunos cientos de personas se reunieron en la principal avenida de Sao Paulo para protestar en contra de Temer y pedir vivienda más costeable, pero muchos de los brasileños se han hartado de la aparentemente interminable serie de acusaciones de corrupción en contra de sus líderes. Por ejemplo, en esta ocasión no hubo una manifestación frente al Congreso.
“Ya no me importa lo que le vaya a pasar a Temer porque todo permanecerá igual si se va o se queda en la presidencia”, dijo Maria Inés Costa, una niñera de 22 años que esperaba el autobús en la misma avenida donde se realizaba la protesta. “Brasil seguirá siendo dirigido por ladrones.