Si Castillo gana, Danilo reafirmaría su liderazgo; si pierde, quedaría muy limitado, aunque controle el PLD
El presidente Danilo Medina ha decidido arriesgarlo todo en la coyuntura actual, movido aparentemente por la determinación de impedir el triunfo de Leonel Fernández, que busca la nominación presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
En esa perspectiva, no es exagerado afirmar que el presidente Medina lo arriesga todo al correr la suerte con Gonzalo Castillo, definitivamente, el elegido.
Para muchos no resulta fácil desentrañar los verdaderos motivos de esa decisión, porque pudo haber pactado un acuerdo con el que deviene en su principal adversario del momento, Fernández. Cuando por iniciativa de Reinaldo Pared Pérez se abrió un capítulo en esa dirección, y ante lo que pareció una avenencia de Fernández, el presidente Medina le dijo que no estaba listo para sentarse a dialogar con el expresidente.
El resto ya es historia. La dinámica vino a mostrar que el presidente Medina no era ajeno a los empeños para modificar la Constitución de la República que le hubiese permitido reelegirse. Como esa vía fue definitivamente cerrada, entonces estimuló activamente a varios de sus parciales para que persistieran en la campaña por la candidatura presidencial, y cuando estos no “marcaban” en las encuestas, se produjo el “destape”: Gonzalo Castillo, ministro drenunciante de Obras Públicas.
La aparición del exministro frente a los demás del grupo de Medina generó resentimientos, y en poco tiempo encontró la oposición de dos tradicionales parciales del Presidente, quienes se retiraron bajo el alegato de que Gonzalo competía con ventaja porque usaba los recursos del Estado. Carlos Amarante Baret, el otrora principal crítico de Fernández e impulsor de Medina, denunció que el programa de pavimentación de calles y carreteras era utilizado por Gonzalo como mecanismo de presión para atraerse adherentes, especialmente, los alcaldes municipales.
Al final, Gonzalo ha resultado el precandidato de Medina y ahora de la mayoría de los miembros del comité político del PLD. Con esa propuesta, el Presidente ha decidido jugárselas todas. Cerró las puertas a un entendimiento con Fernández, generó resentimientos en su propio grupo y ahora marcha hacia las primarias con Gonzalo de la mano.
¿Qué gana Medina?
Si Gonzalo gana las primarias, habría logrado la derrota del adversario Fernández. Asimismo, reafirmaría su liderazgo, porque la jefatura en el partido la conserva actualmente con plena mayoría. Alcanzaría un desquite importante después que el proyecto de reforma constitucional resultó derrotado con la iniciativa de Fernández, la intervención de agentes extraños al PLD, como estamentos de la sociedad civil, la oposición liderada en el momento por Luis Abinader y Estados Unidos.
¿Qué podría perder?
Si bien obtiene una ganancia con el triunfo de su favorito, que representaría una resonante derrota del adversario, Medina ha puesto seriamente a riesgo su liderazgo.
Con una derrota en las primarias con el triunfo de Fernández, el Presidente recibiría la segunda caída de manera dramática, después del fracaso del intento de la reforma constitucional.
Esa derrota impactaría su liderazgo en el PLD. Quedaría muy limitado, aunque continúe controlando los aparatos de control interno. Su autoridad como líder sería lastrada por los resultados adversos de las primarias.
Y esa pérdida no sólo impactaría en el PLD. También quedaría muy debilitado como presidente de la República, con más limitaciones para impulsar una nueva reforma de la Constitución en la búsqueda de su rehabilitación.
Lo más dramático es que estaría perdiendo todo eso sin precisamente constituirse en el protagonista principal, sino actuando como soporte de una precandidatura de su grupo.
Peor aún. Con Fernández candidato, desde el punto de vista del partido, Medina estaría formalmente obligado a apoyarlo. Lo contrario, que sus parciales “se sienten” o propicien directamente la derrota frente a la oposición, se vería cargando con una cuota de responsabilidad por la pérdida del poder del PLD.
La jugada Gonzalo
Lo que queda claro de este proceso es que Gonzalo Castillo ha resultado el gran ganador, y nada podrá modificarlo, no importa cuáles sean los resultados de las primarias. Se llevó de encuentro a todos los precandidatos danilistas y se levanta como heredero político del Presidente.
Sólo con haber sido ungido por Medina y la mayoría del comité político, el ministro renunciante ya está ganando. La promoción que lo impulsa ha permitido que su figura corra en las redes sociales y los medios electrónicos y tradicionales de comunicación.
Si gana la candidatura del PLD, habría obtenido el más refulgente éxito, suficiente para colocarse como una figura fundamental en esa agrupación. Entraría en una competencia de grandes ligas sin que aparentemente se lo haya propuesto.
¿Por qué?
Hasta hace pocos días al ministro Gonzalo Castillo se le veía como un hombre eficaz en el desempeño de sus funciones, que con coraje promovía la reelección del presidente Medina. Un portador mejor que cualquier otro del mensaje del Presidente.
Convertido en precandidato, Gonzalo se oferta como “sangre nueva”, en consonancia con el discurso del presidente Medina, quien en la noche en que anunció que no propiciaría la reforma constitucional para reelegirse, abogó por la necesidad de renovar el liderazgo.
Es un peledeísta del siglo XXI, que se registró en el Distrito Nacional, en el comité Intermedio 24 de Abril, como presidente del Comité de Base número trece. Ingresó al Comité Central del PLD en el 2005, como parte de la cuota de Medina, y de la mano de él, igual ingresó en 2014 al Comité Político.
Como puede verse, sin considerar que las votaciones del 6 de octubre le sean favorables o desfavorables, ya Gonzalo Castillo está ganando. Es el gran ganador del proceso que vive el partido morado.
Ahora, lo que está a prueba es si la fuerza de Medina, apoyada en la fortaleza de la mayoría de los miembros del comité político, del comité central, de las estructuras de control partidario, de la mayoría de los senadores, diputados, alcaldes y jefes de distritos municipales, y, como si fuera poco, de las potestades del Poder Ejecutivo, puede materializar el triunfo de un ganador que ha pasado a ser la estrella del proceso político, en apenas un abrir y cerrar de ojos.
Si no ocurriese así, Medina lo habría perdido todo, y Leonel, pese a los obstáculos, se levantaría como el hombre a vencer en 2020. Pero antes, tendría que ajustar el ritmo de la campaña y redimensionar a los adversarios que tiene por delante. Y no olvidar una línea clave, que fue el involucramiento de la población general para impedir la reforma constitucional: serán los dominicanos quienes decidirán la contienda, y motivarlos y movilizarlos inteligentemente es tarea fundamental para alcanzar sus propósitos.