El expresidente gobernó por 22 años, en periodos separados de 12 y de 10; falleció a los 95 años

Hoy se cumplen 21 años de la muerte de Joaquín Balaguer, considerado el último caudillo del siglo XX.
Su talento para la oratoria y los escritos en diversos diarios de Santiago atrajeron la atención de Rafael Leónidas Trujillo, quien lo adoptaría como su acompañante en los recorridos que haría por todo el país en 1930.

De manera previa, había sido el encargado de escribir el manifiesto que en febrero de ese año dio a conocer el Movimiento Cívico de Rafael Estrella Ureña, el cual forzó la salida del poder de Horacio Vásquez.

Luego de que este se impusiera el 16 de mayo de 1930 como presidente de la República y relegara a Estrella Ureña en la vicepresidencia, Balaguer fue acercándose más a quien gobernaría el país con manos férreas durante 31 largos años.

Ascenso

Durante la Era de Trujillo (1930-1961), se desempeñó como secretario de la Legación Dominicana en Madrid (1932-1935); subsecretario de la Presidencia (1936); subsecretario de Relaciones Exteriores (1937); Embajador Extraordinario en Colombia y Ecuador (1940-43 y 1943-47 ); Embajador en México (1947-1949); secretario de Educación (1949-1955); secretario de Estado de Relaciones Exteriores (1955-57), y finalmente, “Presidente Títere” (1960-1961).

En su obra: “Memorias de un Cortesano en la Era de Trujillo”, Balaguer detalló que el tirano disfrutaba humillando e insultando a sus “sirvientes” y empleados del régimen de la peor manera. No obstante, él destacó que nunca sufrió ningún tipo de atropello por parte del dictador. Por el contrario, siempre estuvo cerca del poder desde el inicio de la férrea dictadura.

Los doce años

En julio de 1966, Balaguer asume el mando por primera vez de manera autónoma, sin la supervisión de Trujillo y con el apoyo de Estados Unidos.

En sus memorias destaca que no es a él, sino a la posteridad, a la que le corresponderá enjuiciar lo acontecido durante los famosos “Doce Años” (1966-1978).

Sin embargo, entre los puntos negativos que opositores le endilgan de manera directa está el asedio a la prensa nacional, a través de la intimidación y las amenazas de muerte. Además, el clima de inestabilidad política que obligó al Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el mayor de la oposición en ese entonces, a abstenerse de participar en las elecciones de 1970 y 1974.

Otras de las tantas críticas fueron las persecuciones a jóvenes de tendencia izquierdista, sobre todo aquellos que tomaron parte en la guerra de abril de 1965.

Muchos de esos jóvenes como Amín Abel Hasbún, Otto Morales y Homero Hernández fueron asesinados por efectivos policiales o grupos paramilitares como la famosa “Banda Colorá”.

Balaguer atribuía esa violencia a los odios que aún quedaban de los sucesos de abril de 1965 y a las llamadas “Fuerzas Incontrolables”.

La página en blanco

Uno de los crímenes que más salpicaron su gestión durante esa época fue el asesinato de Orlando Martínez, quien se presume fue por motivos políticos.

En Memorias de un Cortesano, Balaguer se refiere a este suceso en la página 295 de su obra: “Esta página se inserta en blanco. Durante muchos años permanecerá muda, pero un día hablará, para que su voz sea recogida por la historia. Callada, como una tumba cuyo secreto a voces se levantará, acusador, cuando el tiempo permita levantar la losa bajo la cual permanece yacente la verdad”.

Diez años de Balaguer

Balaguer salió del poder en 1978 y así permaneció hasta 1986 cuando bajo la consigna del “vuelve y vuelve” regresó con una forma de gobernar distinta a la de los doce años.

Con el tiempo pasándole factura y el haber admitido de manera pública que estaba ciego, Balaguer se abría paso a un estilo más moderado de gobernanza y con apertura y mayor garantía a los derechos humanos de los ciudadanos.

Sin embargo, las crisis que se generaron en los últimos procesos electorales debido a las reiteradas denuncias de fraudes, provocaron que el PRD, encabezado por José Francisco Peña Gómez, forzara a Balaguer a que llegara a un acuerdo de reducción de su mandato a dos años en 1994. Entre los puntos acordados se estipuló que en 1996 se celebrarían nuevos sufragios sin que él pudiera presentarse al torneo electoral.

Su muerte

El 14 de julio de 2002, un paro cardiaco sorprendió a Balaguer, de 95 años de edad, mientras dormía en una cá­lida cama de la Clínica Abreu, donde fue atendido permanentemente por doctores y enfermeras que en vano trataron de salvar­le la vida. Tras su deceso, el cuerpo del líder reformista fue colocado en su residencia, ubicada en la avenida Máximo Gómez, donde se oficiaron dos misas; una encabezada por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y otra por el arzobispo de Santiago, Juan Antonio Flores. En la vivienda, junto al féretro con su cuerpo, estaba un retrato suyo de fondo y una estatuilla de Jesucristo.

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