Tan bajo ha caído el PRSC que ya sería un logro recuperar su condición de mayoritario, incluso con la actual legislación, muy benigna en ese sentido, que le otorga esa categoría al partido que logre el 5 por ciento de los votos. Tampoco se proyecta con posibilidades de repetir la aventura de ir solo, con candidatura presidencial propia, a un torneo electoral. Su destino parece ser buscar alianzas con otras fuerzas. De hecho, no posee ninguna figura que se considere presidenciable, aunque sí tiene líderes locales importantes como Ramón Rogelio Genao, senador de La Vega, y Máximo Castro, el “eterno” diputado de Santiago. Actualmente, hay un movimiento que propugna por la renovación de la dirigencia. El que ve las cosas desde afuera se convence de que a Quique Antún le tienen el agua puesta y que su sucesor en la presidencia del partido será Eddy Alcántara. Pero los reformistas no son tan predecibles, y aunque han perdido muchas cosas, les queda algo de su proverbial habilidad. El que no esté haciendo ruido, puede que esté arreglando su mundo calladamente. Hasta el día del entierro no se sabe cuál es el muerto.
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Caso PRD
El papel del PRD para el próximo proceso electoral también se vislumbra en condición de aliado a otra fuerza. La tarea será definir cómo, con quién y cuándo. Hay quienes no descartan un acuerdo con el PRM, que sería algo así como reunificar la familia perredeísta. La división dejó muchas heridas que el tiempo puede curar. La otra opción es apoyar al PLD, que sería repetir una mancuerna con un aliado ya conocido y con el que los blancos tuvieron buenas experiencias. Mientras tanto, Miguel Vargas trata de recomponer el partido y una parte de la dirigencia pide su cabeza. Ese sector disidente se ha ampliado y ahora cuenta con figuras que hasta hace poco eran del círculo íntimo de Miguel como Rafael Vásquez (Fiquito).