Según agencias migratorias más de 200 venezolanos residen en Dajabón, algunos de ellos ganan en un día lo que no percibirían en Venezuela ni en un mes y explican que incluso han aprendido a comerciar con haitianos en el vecino país
La pregunta es recurrente ¿cuántos venezolanos hay en República Dominicana? A ciencia cierta la cifra es imprecisa dado que la embajada de ese país calcula aproximadamente 25 mil, pero no es un número exacto.
A finales de 2017, el ministro de economía Isidoro Santana reveló que el número de venezolanos que se establecieron en República Dominicana se incrementó casi 650% durante los últimos cinco años al pasar de unos 3,500 en 2012 a cerca de 22,500 a fines de 2017. Las razones son más que evidentes dada la crisis económica y política presente en la nación que, irónicamente, cuenta con las reservas de petróleo más grandes del mundo.
Esta estadística elaborada por ese ministerio con el apoyo de Naciones Unidas y la Unión Europea permitía ya en el momento en que fue presentada dar una panorámica de lo que ocurriría no solo en República Dominicana sino en el resto de los países latinoamericanos en donde los venezolanos no requieren de visado para su ingreso y si se agudizaba, tal y como ocurrió, el desabastecimiento, la inflación y la inestabilidad socio política bajo la administración de Nicolás Maduro. Desde principios de este año millones de personas salieron de sus hogares en ciudades y pueblos venezolanos para partir hacia destinos como Colombia, Perú, Argentina, Ecuador, Chile y Brasil.
Comparando duras realidades
Haití es el país más pobre de América Latina y uno de los más pobres del mundo. Sin embargo, cualquiera se sorprendería si sabe que, en este país golpeado además con frecuencia por fenómenos naturales, un ciudadano promedio gana más que un venezolano en su país.
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En agosto, el presidente venezolano Nicolás Maduro recientemente anunció una nueva devaluación de la moneda, ahora la ha bautizado como “bolívar soberano” y su gobierno insiste en que su valor está fundamentado en el “petro”, una suerte de criptomoneda que más bien funciona como anclaje o referencia nominal. Pero, después de dos meses desde su aplicación, los resultados siguen siendo insuficientes e ineficaces, la inflación sigue cabalgando y se acerca según el FMI en 2018 a 1,000,000%. Mientras tanto, en las calles de Venezuela, un venezolano con salario mínimo gana unos 30 dólares al mes; mientras que en Haití la remuneración diaria de un asalariado alcanzó, según el incremento anunciado recientemente, los $4.84.
Esta circunstancia, por rocambolesca que parezca, ha llevado a decenas de venezolanos a mudarse a la zona fronteriza, específicamente a Dajabón.
Haití y zona fronteriza son una opción para venezolanos
En la calle Capotillo de Dajabón encontramos una residencia bautizada con el nombre “Un rincón de Venezuela”, es propiedad de la señora Dominga, una dajabonera que vivió en el país suramericano durante más de veinte años y que en el momento en que Hugo Chávez ganó la presidencia de ese país en 1999 decidió regresar a casa.
“Yo allá hice de todo, pero nunca lo mal hecho. Trabajé en una casa de familia y cuando ya tenía muchos años ahí la propia señora de la casa me prestó para que pusiera un kiosco, monté varios uno en Las Mercedes, pero cuando ese hombre ganó a mi me dio como cosa y le dije a mis hijos que incluso habían nacido allá, me voy pa´ Dominicana”, cuenta la dama mientras evoca sus recuerdos y nos habla de su fe hacia la Virgen de la Altagracia y también al beato venezolano José Gregorio Hernández.
La solidaridad de esta mujer de maneras cordiales se puso en acción hace más de un año cuando supo que algunos venezolanos habían llegado a Dajabón y pagaban a diario altas sumas por su hospedaje en hoteles de la zona. “Ahí les dije que se vinieran para acá, a mi me da dolor verlos así, una de ellas acaba de dar a luz”, nos cuenta señalándonos a una joven inmigrante que llegó recientemente al país y que ahora vive en esta pensión.
Los rostros de la migración venezolana en la frontera con Haití
Yaritza Seijas llegó desde el estado Guárico, a unos 130 kilómetros de Caracas, cuenta que durante un año y ocho meses en el país ya ha recorrido tres ciudades. Sin documentos que le permitan conseguir trabajo formal se dedica junto a su esposo a vender limonadas en el mercado fronterizo y en Haití. “Estamos muy agradecidos con el apoyo y la solidaridad dominicana porque para nadie es un secreto que estamos de sitio en sitio y la depresión también nos pega a veces. Mi familia en Venezuela me pide que me cuide pero incluso allá en Haití nos han apoyado mucho”.
Mariangel Jaspe es una doctora caraqueña que hace un año y ocho meses está también en Dajabón, cambió bisturíes por fogones y hoy vende empanadas a 15 pesos en una modesta residencia. Con tristeza y lágrimas en los ojos relata que no le ha ido bien por razones personales y que no ha podido reunir suficiente dinero para regresar a su país. “La gente piensa que emigrar es fácil que uno anda en fiestas, pero no es nada fácil.
Los venezolanos somos aventureros, yo vine directo de Venezuela a Dajabón, trabajaba en el hospital Vargas en Caracas y ganaba muy poco con lo que ya no se podía vivir. Aquí me lo pienso para gastarme cien pesos así sea en una cena porque lo que me pregunto en ese momento es qué estará comiendo mi familia allá y entonces prefiero guardarlos para mandárselos”.
Clevert Moreno y Lois Ruiz llegaron hace pocas semanas a República Dominicana, también tomaron vía directa a Dajabón pues la hermana de Moreno ya vivía ahí hace algunos meses. Decidieron establecer un puesto de venta de empanadas y tienen esperanza en que con la aceptación de sus productos puedan salir adelante. Diariamente logran vender entre RD$1,000 y RD$1,500, lo que significa que en un día reúnen lo que ganarían en Venezuela en un mes. “Decidí venir para acá buscando una mejoría, soy técnico en electromecánica y el sueldo no me daba para nada. Me vine para acá y gracias a Dios puedo ayudar a mi familia, mi mamá sufre de los riñones y estando aquí puedo facilitarle las medicinas”.
Para el sociólogo Wilfredo Lozano, los inmigrantes están actuando conforme al manejo de sus necesidades y contempla que lejos de representar lo más pobre del país, la frontera es uno de los puntos más dinámicos. “Es natural que, en este caso, los migrantes venezolanos aprovechen esos nichos. Para mí no es algo anormal, al contrario, lo veo como una decisión inteligente que al contrario de algunos líderes que ven todavía la frontera como hace cincuenta años con Trujillo, estos venezolanos se han dado cuenta de que hay un nicho de incorporación que les abre oportunidades”, sostuvo.
En mayo de este año, un grupo de venezolanos fue detenido cuando intentaba cruzar la frontera con Haití para sellar su pasaporte y de esa manera acogerse al principio de mantenerse legales durante los primeros treinta días desde su llegada al país. Hoy, ese ejercicio ha mermado por temores de deportación pues incluso, según miembros de la comunidad venezolana residente, ante la incertidumbre de regresar a Venezuela para tramitar documentos casi imposibles de obtener sin pagar en dólares a gestores, son muchos los inmigrantes que toman la decisión de irse de República Dominicana rumbo a otros destinos en donde los procedimientos migratorios sean más expeditos y puedan desarrollarse profesionalmente.