El Parque Nacional Valle Nuevo ha comenzado a retomar su verdor en las áreas que fueron severamente afectadas como consecuencia del desarrollo indiscriminado de actividades productivas.Cuando en el pasado mes de enero, el ministro de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito, manifestó que el rescate de estas tierras, “no resistía un retraso más”, el país comenzó a mostrar mayor interés en conocer qué era lo que realmente ocurría en esa zona.
El titular de la cartera ambiental recordó que la medida de protección era impostergable, debido a que “ahí hay daños irreparables donde ni siquiera la naturaleza en 10 o 20 años podrá corregir, donde ni siquiera se podrá reforestar por lo frío que es la zona”, dijo.
Frente a esto y transcurridos más de dos meses y medio, se comienzan a apreciar sustanciales avances en la recuperación de las zonas devastadas.
Una de ellas se encuentra justo frente al puesto de guardaparques, donde anteriormente se apreciaban siembras, cría de ganado vacuno y sistemas de riego y hoy, luego del rescate de esa área, han comenzado a retoñar pequeñas plantas, cubriendo el suelo con una singular capa vegetal.
El administrador del Parque Nacional Valle Nuevo desde el año 2011, Julio César de los Santos, explicó a elCaribe que el parque tiene una extensión de 910 kilómetros cuadrados, en los cuales existen 874 cuerpos de agua y 472 nacientes de ríos, por lo que su preservación representa una importancia estratégica.
Indicó que hasta la fecha se ha logrado remover más de 40 kilómetros de tuberías que estaban diseminadas en diferentes zonas del parque, se incrementó la recolección de semillas para la arborización y se desplegó un notable reforzamiento de la seguridad en la zona.
De los Santos resaltó que aunque siempre ha sido política la protección de sus áreas, es con la resolución 14/2016 del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que se le da un mayor impulso al resguardo de Valle Nuevo, se amplió el radio de acción de la preservación forestal y se prohibieron los cultivos y actividades productivas como la cría de animales y la instalación de aserraderos.
De los Santos resaltó que actualmente custodian ese pulmón vegetal 17 guardaparques pertenecientes al Servicio Nacional de Protección Ambiental y del Viceministerio del Área Protegida y Biodiversidad, quienes tienen como función la vigilancia de la zona, el monitoreo de la flora y la recolección de semillas para la posterior arborización.
Además, identifican terrenos para lo que será la reubicación de los productores que hacen vida en el parque, especialmente de sectores como Siberia y El Castillo. Indicó que otra de las funciones esenciales que desempeñan los guardaparques, es la protección de especies autóctonas de la zona como los pinos criollos, palo amargo, ébano verde, pita y sangre de gallo.
“Para tener una idea de la importancia que representa para nosotros la protección de estas especies, podemos señalar que un pino, para crecer requiere aproximadamente unos 30 años, mientras que el cedro necesita entre 40 y 50 años para ser adulto y los ébanos, para lograr frondosidad, requieren más de 100 años”, resaltó.