Retos de la escuela ante la ideología de género

“Lo ‘masculino’ y lo ‘femenino’ diferencian a dos individuos de igual dignidad, que no poseen una igualdad estática, porque lo específicamente femenino es diverso a lo específicamente masculino”.
(Juan Pablo II, “Christifideles laici”, 1988).-

C Con indeseable frecuencia, en los últimos años, ya sea un embajador, un legislador, una institución u organismo internacional, hasta un estado o varias naciones en conjunto, por diversas razones, intentan introducir (o colocan forzadamente), algún tema en la palestra pública –casi siempre tras intereses propios o ligados a lo económico, político y social, o a un plan mancomunado con las potencias mundiales- buscando influir, y regularmente imponer una doctrina, lejos de lo acostumbrado, o lo normal, o lo ética y moralmente correcto.

Cuando no es el cacareado tema del aborto, la homosexualidad, o que se unan las dos naciones de la isla en una; entonces, es sí es correcto o no la Biblia en las escuelas, la inversión en la educación pública, las reformas del currículo, el matrimonio en niñas, los condones en escuela, etc.

Por fortuna, en este lado del mundo, en esta media isla caribeña suelen aparecer personalidades, instituciones, las iglesias y uno que otro líder político, (buscador de votos), que logran frenar en cierta medida el avance de ideologías “nuevas”, “modernas”, que no solo responden a una estrategia global, sino que van en detrimento de los valores éticos, morales y religiosos de los dominicanos.

Hombre y mujer los creó…

Ante el nuevo Año Escolar, nuestros hijos volverán a clases con el tema de la ideología de género, que al igual que los demás temas en el tapete, tocan, influyen en el sector educativo, desde las políticas del Ministerio de Educación, hasta las ideas que pueda tener el maestro de cada uno de estos estudiantes.

Sin necesidad de entrar en polémicas huecas, que solo contribuyen a la confusión, una actitud recomendable, sin apasionamientos ideológicos, sería simplemente seguir “el plan original”; cómo Dios concibió la humanidad desde el principio: “Hombre y mujer los creó” (Génesis 1, 27). Fuera de ese programa de vida es inconcebible, de manera natural, cualquier otro esquema.

Para muchos teólogos –tanto católicos como protestantes- así como antropólogos sociales, la llamada “Ideología de género” es una “desorientación antropológica”, propia del clima cultural de los tiempos modernos, que intenta desarticular la familia y eliminar toda diferencia biológica entre hombre y mujer, promoviendo con esto una identidad personalista, que lleva al ser humano al individualismo.

Lo peor de todo es que…

La tolerancia, el respeto a las ideas del otro, la libertad, la igualdad, han sido conquistas logradas a través de los siglos en toda sociedad. Y esos valores de convivencia social deben de mantenerse en todos los ámbitos de la vida del ser humano: Credo, cultura, ideología…

Pero, de ahí a que los que desafían las buenas costumbres, lo convencional, y que optan por ser “distintos” al resto, a la gran mayoría, quieran imponer por todos los medios y estamentos sus convicciones, es diferente; ya es un acto de violentar el pensamiento y la conducta de los demás, que se mantienen en una postura, obedeciendo a la naturaleza humana, a patrones milenarios de vida social, etc.

Lo peor de todo es que se quiera politizar el asunto, e imponerse a la fuerza que estos temas sean introducidos a como dé lugar en nuestros centros educativos, planteando un dilema entre lo que las iglesias, las familias, las costumbres tratan de formar en valores a los niños y jóvenes, y lo que un grupo social, de la noche a la mañana, intenta contraponer, faltando al derecho de los demás a seguir pensando de una manera u otra.

Es necesario entonces…

Por encima de lo que opinen las iglesias, los políticos, el Estado o las instituciones que supuestamente son pro-familia, son los padres del hogar los que deben orientar a sus hijos sobre todo tema social que se discuta por los medios.

En esta era de la tecnología, nuestros hijos están expuestos a toda clase de información, desde la música que oyen, los muñequitos que ven (que ya no suelen ser tan inocentes e inofensivos, como antes), las películas de héroes o de cuentos de hadas –tan distorsionados ahora-, así como las aplicaciones de juego o las redes sociales, por donde se “cuelan” todas estas ideologías.

Y somos nosotros, los padres y las madres quienes debemos velar porque reciban la formación adecuada; así como los directores y maestros de los centros educativos, a donde irán a estudiar a partir de estos días.

Nos toca empoderarnos de estos temas, para servir de muros de contención ante sus confusiones, para orientarles en la libertad, pero bajo la autoridad de ser los primeros –y únicos- responsables de su formación integral y humana en valores sociales, morales y religiosos.

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