El ingeniero Víctor González plantea que el problema legal no es el único que se debe resolver en el contrato
Más que en una oficina de abogados, la revisión del contrato suscrito entre el Estado dominicano y el consorcio Autopistas del Nordeste sobre la construcción y operación de la carretera que conduce a Samaná debiera estar en manos de un grupo multidisciplinario de expertos en ingeniería de tránsito, economía, derecho y negocios internacionales.
Así lo afirma el ingeniero especialista en temas de transporte Víctor González, quien asegura que los contratos de concesiones no solo suelen estar muy bien estructurados, sino blindados desde el punto de vista legal.
Entiende que el problema principal de la vía se ha generado porque la proyección del tráfico fue muy alta con respecto a lo que verdaderamente se está dando en la cotidianidad.
“Hay que ver la realidad desde el punto de vista técnico porque es indiscutible que alguien tiene que hacerse responsable y darle la cara al país ya que se trata de un compromiso de una magnitud y un nivel de atadura muy alto”, recomendó González, al referirse al contrato que cedió por 30 años la operación de los peajes de la carretera de Samaná a una empresa dominico-colombiana a cambio de que construyera la vía y administrara su mantenimiento.
El docente investigador del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) sostuvo que lamentablemente los planificadores del proyecto de infraestructura vial tomaron un supuesto que no se cumplió y que está produciendo consecuencias negativas al país.
Un mal supuesto
“Cuando usted va a tomar una decisión y asume un supuesto que no se cumple, ese supuesto se convierte automáticamente en un riesgo. Esa es una de las normas de la gestión de proyectos y, en este caso, es un riesgo que nos endeuda”, afirmó.
Explicó que la proyección de los volúmenes de tráfico es un tema de uso diario para los profesionales que se dedican al diseño de carreteras y que existen métodos muy acertados que permiten predecir el uso que tendrá una vía en 10 ó 20 años, por ejemplo.
González definió el peaje sombra como un recurso financiero que procura garantizar la rentabilidad de una inversión en un determinado proyecto. Si ahora ese mecanismo es percibido como un monstruo de siete cabezas, se debe a que la demanda del servicio de transporte que paga peaje en la vía no ha crecido al ritmo esperado y, por tanto, el costo de compensación que debe pagar el Estado para mantener el nivel que se estimó originalmente provoca que el peso económico sea mucho mayor, explicó.
Durante el año 2019, solo 4,971 automóviles, minibuses y camiones recorrieron la Autopista del Nordeste, denominada también Juan Pablo II; mientras que por el Boulevard Turístico del Atlántico apenas pasaron 2,671 vehículos.
A fin de mantener el equilibrio económico de ambas carreteras, cuya construcción costó US$342 millones, el Estado dominicano y Autopistas del Nordeste acordaron el pago de un ingreso mínimo garantizado, también denominado “peaje sombra”.
El ingreso mínimo garantizado cubre: la totalidad los costos de operación y mantenimiento; el fondeo de la cuenta de flujo de caja mínimo; el impuesto sobre la renta; el servicio de la deuda (pago de capital más intereses) y la Tasa Interna de Retorno (TIR) de los accionistas de la sociedad concesionaria sobre su aporte de capital de riesgo, según indica el contrato suscrito entre el Estado dominicano y el consorcio privado.
El costo de operación anual de la Autopista del Nordeste es de US$l.930.960,00 ; mientras que el mantenimiento por los 30 años de operación del proyecto asciende a US$83.789.549,67.
Hasta ahora el Gobierno ha pagado US$458.71 millones por concepto del ingreso mínimo garantizado o peaje sombra. Ante esa significativa suma de dinero que, conforme al contrato, debe seguir pagándose hasta el año 2038, cuando termina la concesión, el presidente Luis Abinader encargó a la oficina de Enmanuel Esquea Guerrero para que analice el Contrato de Concesión Administrativa en Régimen de Peaje de la Carretera Santo Domingo – Cruce Rincón de Molinillos y proporcione una opinión consultiva.
Vías desaprovechadas
Para el ingeniero González, la Autopista del Nordeste y el Boulevard Turístico de Santo Domingo son dos carreteras desaprovechadas. Sostiene que el precio que cobran los peajes de ambas vías es tan alto que los ciudadanos no aprecian las ventajas de un trayecto que permite llegar en menos tiempo a Samaná, gastar menos combustible y tener una depreciación menor del vehículo con el que se transita.
“El atractivo que tienen las vías es básicamente turístico. Pero, el turismo en esta zona del país es diferente del que existe en Bávaro o en Puerto Plata porque a Samaná todavía le falta mucha infraestructura hotelera, aunque tenga una belleza natural indiscutible”.
Desde la óptica del ingeniero González, esa es la razón por la que no se puede comparar la operatividad de la Autopista del Nordeste con la de la Circunvalación de Santiago. Aunque ambas vías hayan entrado en operación en la misma década, tienen públicos y usos diferentes.
“La actividad económica de Santiago y sus zonas aledañas es multivariada. Hay múltiples razones por las que la gente necesita moverse por esa zona, además de que el costo del peaje es mucho más barato”, explicó el experto.
Las tarifas de peaje en la Circunvalación de Santiago van desde RD$100 hasta RD$600, de acuerdo al tipo de vehículo que transite la vía de 24.5 kilómetros, que se extiende desde el Cruce de Canabacoa hasta las proximidades del municipio de Villa González.
Por la estación de peaje en ambas direcciones de la Circunvalación de Santiago pasaron 2 millones de vehículos en el año 2018 y 1.6 millones de unidades a septiembre de 2019.
Concesiones
En la mayoría de los países, las concesiones no han sido exitosas porque terminan encareciendo el servicio que ofrecen.